Vamos a reanudar nuestra eterna conversación. Desde hace un tiempo venimos investigando las leyes esotéricas de la vida tratando de comprender el destino del hombre; desde su iniciación, ya partiendo del tercer Reino -el Reino Animal- hasta la esperanza más plena de liberación del hombre en el 5º Reino de la Naturaleza, aquel que místicamente se denomina el Reino de los Cielos.
En nuestra conversación del mes anterior tratamos de descubrir el destino del hombre analizando aquel término descriptivo en esoterismo llamado karma, tratando también de descubrir el significado del destino en lo que corresponde al ser humano aquí y ahora, y no siguiendo la historia del pasado con sus tradiciones, ni tampoco las ilusiones del presente que nacen cuando la persona está constantemente mirando hacia el futuro, pero, sin tener una imagen clara de lo que ocurre en el presente.
Descubrimos así, que a medida que la investigación esotérica va penetrando en el mundo de los significados se va haciendo científica, es decir, ya no podremos hablar del karma, de la reencarnación, de lo que ocurre después de la muerte, del Devachán, del misterio de los Rayos, o de la propia vida de Dios que crea el Universo, en los términos místicos del pasado.
Siendo esta era, singularmente técnica, debemos enfrentar técnicamente estos significados tratando de profundizar y tratando de controlar cada uno de los aspectos místicos según su contraparte científica.
Así, nos introducimos en la vida misteriosa del pasado hurgando la historia y tratando de descubrir cuál era el significado exacto de la historia, de aquellas energías que están creando dentro de la humanidad este afán supremo de liberación, y así, progresando, estuvimos estudiando la bella leyenda oriental de Krishna y Arjuna; el primero como símbolo del poder creador, lo innombrable, lo indescriptible, lo eterno, y a Arjuna como aquel aspecto de Krishna que encarna cíclicamente tratando de revelar el secreto de la creación.
Y para que esta bella leyenda oriental tuviese un carácter científico, apuntábamos ya como algo certero, como algo lícito y algo realmente comprobable, según el sentido del principio de gravedad. Este principio que hasta aquí creíamos inicialmente, al menos limitado ocultamente al aspecto físico de la vida, pero, es una ley universal que la gravedad crea las situaciones kármicas o el destino, ya sea el destino de un Dios manifestado a través del universo, ya sea el destino de un ser humano a través de su cuerpo triple de expresión -la mente, la sensibilidad y el cuerpo físico-, ya sea la envoltura de un átomo, en el centro del misterio de la creación siempre encontraremos la dualidad Krishna y Arjuna, el espíritu y la materia, y como un engarce perfecto de ambos elementos el alma universal que todo lo vivifica y que a todo le presta conciencia.
Dijimos también, que el hombre ha perdido la fe en los valores absolutos, ha perdido, por así decirlo, el aliento de síntesis, se ha hecho muy intelectual, fruto de este desapego de los valores inmortales. Es la materialidad del momento que estamos viviendo, pero, el destino que estamos viviendo como humanidad y como individuo dentro de esta sociedad moderna también puede ser conceptuado en términos de gravedad.
El intelecto es un peso de la mente, y la fe sin razonamiento es un peso dentro del corazón, y así lo ha comprendido la religión organizada dentro de todos sus matices descriptivos, y así lo ha reconocido también la propia ciencia que ya está hurgando en las zonas de misterio que corresponden a la cuarta dimensión.
La era pasada se distinguió precisamente por el hábito dogmático de las cosas, se trató de aprender la Divinidad solamente a través del dogma, en lo que al aspecto religioso se refiere, y no fue menos dogmático el aliento científico del pasado.
Hay aspectos de la vida organizada de nuestra humanidad que es la comprensión del aspecto religioso en lo que tiene de científico como la comprensión de lo científico es lo que tiene de religioso. Lo interesante es que el individuo surja o resurja como ave fénix de sus propias cenizas dogmáticas y se apreste a librar la batalla del tiempo enfrentando por primera vez en su vida aquello que denominamos inseguridad.
Solamente en la inseguridad se halla la liberación del hombre y, por lo tanto, la liberación de su destino. Pero, en un mundo moderno lleno de comodidades y en donde aparentemente la ciencia tenga la última palabra, debemos arrostrar la indiferencia, o quizás arrostrar la falta de investigación de muchos seres humanos que están hablando de una Nueva Era, pero, sin haber perdido todavía los estigmas que pertenecen al pasado.
Estamos viviendo, creo yo, un momento solemne dentro de nuestra vida psicológica, y se nos presenta, yo creo que ustedes se darán cuenta, de una gran alternativa en nuestras vidas que nos obligará a realizar un gran esfuerzo de selección para elegir aquello que corresponde exactamente a nuestra propia era, a esta era que ha sido descrita como la era de tecnicismo y como la era de la búsqueda de la propia realidad.
Es decir, que cuanto aquí, siempre hablando en términos de karma y de destino, fue considerado una meta, por ejemplo, buscar la resolución de los problemas sociales siempre a través de motivos de fe, ha sido un fracaso, y ustedes se darán cuenta de ello cuando examinen el estado de las religiones en la actualidad, y ahora no hay más remedio de que la religión se haga científica y aprenda aquello que rehuyó constantemente y que constituyó, desgraciadamente, una de las más duras etapas en la vida de la humanidad, aquella etapa de oscurantismo religioso que obligó a Galileo a decir que la Tierra no se movía por las presiones de la Santa Inquisición.
Lo mismo ha ocurrido en el terreno religioso por parte de lo científico, negando a priori todo cuanto no puede ser comprobado todavía por la ciencia porque todavía no existen aparatos científicos de la alta precisión necesaria para poder dar fe y testimonio de la cuarta, de la quinta, de la sexta dimensión del espacio. Entonces, el pecado ya no es de la ciencia ni de la propia religión, sino del propio espíritu del hombre que no ha sabido comprender exactamente cuál era su misión en la vida y cuál era el aliento de la propia fraternidad.
Esto como un simple preámbulo, porque lo que me interesa mayormente en nuestra conversación de hoy es preguntarles a ustedes y preguntarme a mí mismo si es que puede existir una liberación del destino humano aquí en la Tierra. La pregunta de si podemos liberarnos y no esperar un cielo de promesas, vengan de donde vengan, que nos ha mantenido dentro de un desconocimiento total de la línea que marca la ejecutoria de la evolución, y ahora, surge también otro fracaso, en parte de la ciencia, y en parte de la religión -siempre es el espíritu del hombre el que fracasa-, a la ciencia de la astrología, que según se nos dice es la que debe revelar el destino de todos los hombres.
Pero, ¿qué ocurre con la ciencia astrológica?, ¿es realmente una ciencia exacta, que dice cuál es el destino de un ser humano cualquiera aquí en la Tierra, vista la relación que existe entre el momento de su nacimiento en el mundo físico y aquellas poderosas fuerzas ambientales que operaban sobre su minúsculo punto psicológico?
Habrá que adaptarse también a los nuevos tiempos. La parapsicología trata de revelar el secreto de la cuarta dimensión, y trata de explicar ciertos hechos misteriosos que ocurren aquí y ahora y que la ciencia todavía no ha logrado descubrir. Dense cuenta, antes de introducirnos algo más profundamente en la ciencia de la astrología, que hay un misterio por descubrir por la ciencia y otro misterio que tiene que descubrir la religión, y es que hay un espacio vacío entre dos cuerpos moleculares del cual la ciencia no hace mención, porque es precisamente el equilibrio que nace entre dos fuerzas que están en movimiento aparentemente discorde o fuera del campo gravitatorio de la substancia, es aquella rara cualidad que tiene la materia y que tiene el espíritu de vivir independientemente de las circunstancias dentro de las cuales esté ya sumergido.
El espacio vacío, o este punto, este centro de equilibrio que debe descubrir la ciencia, este espacio intermedio, debe dar como consecuencia el descubrimiento de las causas de la electricidad. Hasta aquí la ciencia solamente está practicando, por así decirlo, con unos ciertos efectos, y no podemos quejarnos de lo que la ciencia ha descubierto a través del campo de la electrónica, singularmente la ciencia descubrió a través de medios técnicos aquello que constituye dentro del campo espiritual lo que llamamos poderes psíquicos desarrollados.
Dense cuenta que la radio es la clariaudiencia que posee el cuerpo humano, la contraparte física de la clariaudiencia; la televisión es la demostración de la clarividencia tal como existe en el mundo espiritual del hombre; siendo la telegrafía sin hilo el campo que está en relación con la telepatía.
Por lo tanto, la ciencia ha investigado mucho en el terreno de la electrónica pero todavía no ha descubierto la causa que produce todo el fenómeno. Descubrir la electricidad, o la causa de la electricidad, es descubrir el misterio de la vida organizada en la substancia. Es comenzar a descubrir aquella zona vacía entre dos hemisferios en aparente oposición, entre dos campos aparentemente separados, como pueden ser un polo positivo y un polo negativo, pero, ¿acaso no es la luz el resultado del contacto entre dos polos distintos, que no son diferentes ni antagónicos sino complementarios?
De ahí, entonces, lo que la Nueva Era puede reservarle al espíritu científico de nuestros días. Pero, en el campo de la religión y, singularmente, yo diría en el campo de la psicología moderna, existe también un campo neutro entre las fuerzas de la evolución psicológica del hombre que constituye un centro de equilibrio, un centro de paz, y es precisamente este centro de paz, su descubrimiento y su expresión en el tiempo, lo que creará en el ser humano la liberación de su destino.
El karma es algo que no pertenece al ser humano, es algo que posee peso, es la parte que Krishna voluntariamente desprende de Sí para crear, sea un universo, sea el cuerpo físico de un hombre, o una raza humana, es algo que por su propia densidad está atrayendo a su campo de confluencia ciertas energías, que un día analizaremos más extensamente, que producen todo cuanto vemos realizado.
Entramos, así, en el campo de los grandes constructores del Cosmos, aquellos poderes inteligentes capaces de crear la substancia partiendo del éter, capaces, por tanto, de dar vida a Arjuna, partiendo del principio creador de Krishna, y esto, naturalmente, corresponde, no ya a los altos estudios esotéricos sino principalmente a la ciencia de nuestros días, siempre y cuando mantenga un espíritu de investigación renovada constantemente y sepa ser consecuente con el hecho de que siempre hay un área dentro de la naturaleza que siempre será un reto para el hombre, un secreto que solamente los elegidos podrán adquirir, o el misterio que ellos tienen la necesidad o el deber de revelar, y así nos introducimos en el campo de la iniciación o, si ustedes lo prefieren, de la liberación de las características del hombre que realmente busca llegar a este centro de equilibrio que sabe y adivina en el interior de su Ser.
¿Qué podemos construir, entonces, partiendo desde este punto psicológico que llamamos Arjuna, o llamamos nuestra pequeña personalidad humana, en relación con la revelación del misterio de la paz que existe dentro del corazón, o en relación con aquello misterioso que existe en toda cosa nacida, y que aparentemente es la causa de la vida, la causa de la progresión de la naturaleza del hombre buscando una meta, un destino, que desconoce pero que adivina y presiente?
Así, yo estoy seguro de que ustedes que están aquí están participando juntos de una misma búsqueda y de un mismo ideal, están introduciéndose, sin darse cuenta, dentro de estas zonas de misterio que una vez descubiertas nos dan la clave de la vida espiritual, de la misma manera que el científico al descubrir las causas de la electricidad sabrá cuál es el destino de cada una de las moléculas que constituyen el cuerpo físico de un ser manifestado.
Entonces, ya no vamos a discutir la existencia de los espacios intermoleculares o inter-espaciales, cuando se refiere a los grandes astros del firmamento, como partiendo siempre de que somos un ser progresivo y que forzosamente debe estar progresando constantemente hacia ciertos niveles que hasta ahora están más allá y por encima de nuestro entendimiento.
Lo ideal es seguir el aliento de la búsqueda sin tratar de buscar ninguna perspectiva y sin crear ningún punto de llegada, habida cuenta que toda meta constituye, si bien una progresión, también un punto de retroceso, un punto de quedar perdidos sin movimiento en la inmensidad de nuestro espacio espiritual.
Si ustedes están aquí y ahora y se dan cuenta de lo que sucede dentro de su ser, si se sienten en paz y en recogimiento místico, y si la idea de su yo ha desaparecido prácticamente de su conciencia, es la prueba evidente de que ustedes se han situado dentro de este sagrado retiro de paz que es el propio Ser.
Allí donde vive Krishna y, por lo tanto, todo cuanto existe a partir de ahí es tratar de mantener a Krishna, a fin de que el destino del karma se vaya disolviendo por la fuerza misteriosa del propio Krishna, el cuál habiendo llenado el Universo con un pequeño fragmento de Sí mismo, persiste en la inmensidad.
¿Se dan cuenta de que nuestro destino es tan poca cosa en relación con la inmensidad del espacio o la inmensidad de tiempo? ¿Para qué le asignamos tanta importancia a este pequeño ser que somos?
El karma, el destino, lo que marcan las estrellas, es algo simplemente anecdótico, algo que ocurre en el tiempo y que, por lo tanto, está sujeto a la ley cronológica del tiempo, pero aquello que ocurre en la eternidad todavía no ha podido ser registrado y seguramente no podrá serlo hasta pasadas muchas décadas. Lo interesante, en todo caso, es darse cuenta -ya refiriéndonos concretamente a la astrología, a la que me he referido- de que al igual que en los templos del Dios Apolo había en el frontispicio, a la entrada, en el dintel, aquella sagrada máxima de “hombre, conócete a ti mismo”, asimismo, en las escuelas de misterios del pasado iniciático en lo que se refiere a la astrología había esta máxima sagrada: “las estrellas inclinan pero no obligan”.
¿Se dan cuenta?, la influencia de las estrellas pertenece a Arjuna en tanto que aquella fuerza que puede desviar el curso de las estrellas pertenece a Krishna, y es Krishna la meta del ser humano. Una posición planetaria, tal como están la mente y el corazón del hombre actualmente, se cumple fatalmente porque las estrellas tienen más rigor que la propia voluntad del hombre, pero, ¿qué ocurrirá cuando el hombre penetre en las zonas de sí mismo donde no existe gravedad y, por lo tanto, no existe materia afín para la materialización, o para surcar la vida del espacio en forma, digamos, sustancial?
La substanciación siempre es karma, es destino, la ascensión, dense cuenta del término místico, es siempre síntoma de liberación. Estamos, yo creo, viviendo una hora solemne, unas oportunidades magníficas creadas actualmente no sólo por la situación planetaria que nos va introduciendo lentamente aunque sin interrupción por esta zona del espacio marcada, galvanizada, energetizada, por la Constelación de Acuario, y muy particularmente por su regente Urano, que nos obliga a ciertas reorientaciones, reorientaciones a las que no todo el mundo se sujeta.
Ahí está todo el poder gravitatorio. ¿Sabrá el hombre comprender el mensaje de las estrellas y al propio tiempo sentirse libre de la influencia de las estrellas? Esta es la cuestión, el “to be or not to be” de Hamlet.
En todo caso, se trata de una reorientación de actitudes que no se refiere a los altos ideales que cada cual podemos ostentar sino a la vida cotidiana con todos sus problemas y sus dificultades, porque todos hemos construido una estructura artificiosa con los retazos de un pasado no consumado en nuestro corazón y unas grandes ilusiones hacia el futuro.
Ya estamos situados aquí en el centro de una cuestión, entre un pasado no consumado, un presente incomprendido, y un futuro irrevelado debido a la incomprensión del presente.
Entonces, es lógico que se afirme el destino en nosotros y que actúe el karma con todo su rigor y toda su intensidad.
En todo caso, dense cuenta de algo realmente importante, y que siempre tengo a bien repetir, y es que ustedes se encuentran aquí y ahora por algo que pertenece a un destino superior, o a algo que una vez comprendido intensamente puede ser el origen de la liberación del destino humano que cada cual debe soportar y que cada cual debe cumplir.
En todo caso, dense cuenta de algo fundamental, ustedes están recogidos en silencio y están siguiendo atentamente algo que no puede ser probado y, sin embargo, persiste, como Krishna. Persiste siempre, dense cuenta al mismo tiempo de que todo cuanto ocurre siempre es dentro del calidoscopio de sombras en movimiento, pero que ustedes, al propio tiempo, se darán cuenta de que no participan en el movimiento de las sombras.
Ahí está el principio de la liberación del karma, dicho tal como Krishnamurti dice: ¿debemos de observar algo aparte de nosotros mismos?, ¿podremos hacer como Krishna que contempla su universo como algo aparte de sí mismo?, o, podemos hacer como recomienda Cristo: Vivir en el mundo sin ser del mundo.
En todo caso, siempre es la bella leyenda oriental de Krishna y Arjuna la que mueve todo el engranaje del sistema cósmico relacionado con el ser humano. Y ahora llega el momento de la gran decisión, de preguntarse: ¿seré capaz de contemplarme a mí mismo como algo a parte de mí mismo? Pues, dense cuenta, de que este sí mismo, este mí mismo es Krishna, que se contempla, se retrata en el espejo de su obra.
Si pudiésemos hacer como Él, de contemplar la imagen en el espejo y darse cuenta de que es una ilusión ya estaríamos en el principio, en la rectitud inconmensurable que una vez reconocida, en mente y corazón, debe depararnos la liberación y, en todo caso, siempre es el principio físico o el principio psicológico de gravedad el que ha sido vencido.
Nos apartamos de la gravedad, y como tenemos menos peso, por así decirlo, estamos aquí y no estamos en otra parte. Esta es la prueba más grande que ustedes pueden darse a sí mismos: de que realmente una parte considerable de Krishna que está orientando a Arjuna o que una gran parte de Arjuna está penetrando raudamente en el corazón de Krishna y, en todo caso, dense cuenta de que estamos cumpliendo una realidad para la cual hemos nacido hace mucho tiempo y no hay que prolongar más la agonía del yo ligándolo siempre al contexto de la substancia que nos envuelve.
Saber separarnos a voluntad de cuanto nos rodea sin que pierda un ápice nuestra voluntad creadora de acción y sin que se pierda totalmente Arjuna porque no es que se pierde en el corazón de Krishna, sino que se realiza el milagro presente en todo gran iniciado de que no es la pequeña gota de Arjuna que se sumerge en el corazón de Krishna, sino que es la totalidad del océano de Krishna que se introduce en la gota de Arjuna, creando así el misterio de la iniciación, que es también un misterio universal aliado completamente al misterio de la ascensión, al cual místicamente estamos habituados a pensar y a escuchar.
¿Y qué quieren que les diga más? Solamente, como digo siempre, las palabras únicamente son una preparación para el misterio de la realidad que existe dentro del corazón y que, por lo tanto, lo que interesa es la acción, una acción serena e inteligente basada en las grandes leyes de cordialidad cósmica que son las que actúan precisamente en el interior de los estados intermedios, dentro de nuestra realidad una, en donde vive Krishna con la intensidad de su gloria.
María. — Pues yo, precisamente esto lo iba meditando esta mañana, de que el hombre verdaderamente se ha creído que era un Dios pero no ha sabido lo que era Dios, porque si hubiera sabido el hombre lo que era Dios, entonces, seguramente que no estaríamos como estamos, porque el hombre siempre mira de perfeccionar al mundo a través de nosotros, pero no ha sabido, no hemos sabido nunca perfeccionarnos a nosotros. Al no hacer esto nosotros, no hemos podido evolucionar más, entonces, las mentes se han quedado a un hilo de ciencia y religión que no ha podido traspasar a otra dimensión porque su mente ha quedado a un nivel. Si el hombre hubiera sabido en sí lo que era Dios, o si supiéramos verdaderamente lo que es Dios, entonces, podría a mi entender haber hecho una u otra dimensión en su mente, hacer contacto con la mente universal, y entonces sí que podría la ciencia y la religión hacer la Nueva Era. Como igualmente en la astrología, a mi entender, siempre que se tenga este nivel de conciencia nunca podrá traspasar más arriba y no podrá hacer contacto, porque para mí Krishna manifiesta la estrella, cómo la debemos de cortar para pulir nuestro diamante y entonces solamente es esta la realidad. O sea, que solamente he querido hacer mención aquí de que nuestra liberación, para mí, depende solamente de que el hombre conozca en sí lo que es Dios y lo demás vendrá por sí sólo.
Vicente. — Sí, sí. Hay que darse cuenta de que lo peor que puede hacerse en la vida es trazarse un programa. Desdichadamente, tanto la ciencia como la filosofía como la religión han trazado un programa y están viviendo con el programa establecido. Es como si dijésemos que han construido una estructura y están dentro de la estructura, entonces, el campo de Krishna que es exterior viendo lo interior ha quedado en un impasse, o ha sido establecida una frontera. Entonces, ¿qué es lo que ocurre con el movimiento social moderno, con sus grandes grupos políticos, religiosos, científicos, económicos, etc.? Son estructuras con un programa, y naturalmente en el tiempo el programa va muy bien porque se extiende en forma horizontal, pero, cuando hablamos de Krishna, de la vida espiritual, el proceso es vertical. Cuando el proceso vertical va en forma paralela, o en forma, digamos, más bien siguiendo el aliento de lo que se ensancha en el mundo horizontal. Se crea la figura mística de la cruz, pero, dense cuenta que la figura mística de la cruz tal como solemos representarla, por lo que nos han dicho o estudiado de la tradición, es siempre la imagen de la agonía del hombre. ¿Qué pasará ya, entrando en los cauces de la Nueva Era, cuando el hombre se sitúe, no a un lado de la cruz, el vertical que lleva a Dios, o el horizontal que es el del servicio humano?, porque quien esté situado en el centro de la cruz se convertirá en la rosa mística de los Rosacruces. Así lo manifestaron constantemente aquellos sabios iniciados desde el momento mismo en que fue instalada la orden, diciendo: “La Cruz es siempre el símbolo del destino, pero la Rosa que está en el centro está más allá del destino porque está unificando todo lo que es de Dios y es de los hombres”. Hay un centro de equilibrio, que es precisamente el centro de equilibrio al cual nos hemos referido antes. Es precisamente la imagen pictórica, que viene en una forma mística de los grandes iniciados Mayas, los Caldeos, los Egipcios, con su conocimiento tan profundo de la astrología, que supieron distinguir no solamente la posición de los astros, sus figuras geométricas en el espacio, sino que nos hablaron de aquellos centros de luz en el espacio no ocupados por cuerpos celestes y que, por tanto, introducían a los iniciados de la astrología en la astrología esotérica, la astrología de Krishna y no la astrología de Arjuna. La astrología de Arjuna es el brazo horizontal de la cruz, la simbología de Krishna está en el brazo vertical, pero, ¿quién reconsidera lo espiritual y lo material? Solamente el Dios absoluto, que está por encima de Krishna y Arjuna, creó el principio y el fin, y cubriendo el fin desde el principio, no tiene necesidad de programas. En cambio, la ciencia actual, la filosofía y la religión viven de programas, y un programa hasta donde mi mente es capaz de concebirlo es siempre, cuando se trata de un mejoramiento social de la humanidad, algo concreto, un plan industrial, por ejemplo, o un planning a largo plazo en términos místicos, porque hay un misticismo de la industria, habida cuenta del misterio de los Rayos que agitan a los hombres. Entonces, estamos viviendo actualmente en zonas de misterio y estas zonas de misterio están liberando las posibilidades latentes en el corazón del hombre, y los poderes psíquicos, a los cuales se les asigna tanta importancia, solamente son pequeños despojos o pequeñas migajas desprendidas del espíritu del hombre. Está más allá y por encima de las estrellas, está más allá y por encima de los poderes psíquicos, está viendo la panorámica de la vida desde un punto en donde el pasado, el presente y el futuro están unidos, y si ustedes quieren darse cuenta del misterio del equilibrio, de aquello que libera al ser humano de la incertidumbre de su destino o que los elimine de su cruz, solamente tienen que estar atentos al presente, a este eterno ahora que estamos viviendo, a esta hora. Si sienten paz en su corazón es porque están muy atentos, si no hay una atención formidable a lo que está ocurriendo no puede haber paz, porque estará el aspecto humano en conflicto con algo que está en movimiento, el conflicto paraliza pero la vida está siguiendo constantemente. Entonces, en el devenir del proceso de atención, la atención que ustedes depositan en mis palabras en estos momentos, es el símbolo del eterno ahora, sin darse cuenta se están introduciendo en el misterio del corazón, están revelando un secreto y descubriendo el misterio, sienten paz, existe una atención que hace que circunstancialmente ustedes olviden su pequeño yo con sus pequeños problemas, y vivan sin darse cuenta, pero sienten su corazón dentro de la inmensidad de una paz a la cual todos podemos acceder.
María. — Entonces, estas ansias de libertad que hay en la humanidad empiezan a tener contacto con el mensaje y el valor de las estrellas, y, entonces, cuando nosotros estamos aquí con esta paz nos liberamos del caos.
Vicente. — Bueno, las estrellas tienen su valor aunque sólo fuese por un aspecto meramente físico, la gravedad de cualquier cuerpo celeste está actuando, está gravitando sobre zonas de gravedad que pueden ser nuestro planeta o nuestra pequeña vida humana, pero lo interesante es saber reaccionar, porque solemos decir “tengo mal aspecto de tal astro” o “tengo un buen aspecto en tal cuerpo celeste”, sin darse cuenta de que para Krishna no existe ni el bien ni el mal y que, por lo tanto, no existe un buen aspecto o un mal aspecto. Existe simplemente un momento en el tiempo que hay que tratar de vivir con toda la plenitud del ser, porque solamente cuando hay esa plenitud de ser en un momento es cuando hay la liberación. Naturalmente que es entonces cuando podemos decir, sólo existe un momento en el tiempo que realmente tiene su importancia, es el ahora. Si este ahora tiene importancia hay que asignársela, y ello puede ser el punto de partida para la liberación de nuestro destino de sufrimiento aquí en la Tierra, y eso compete no sólo al individuo como ente particular sino que abarca a todos los sectores de la sociedad humana, y cuando dentro del corazón se siente la compasión por un estado de conciencia ajeno es que sutilmente nos hemos introducido en uno de estos resquicios de paz que posee nuestro corazón. Cuando hay compasión la mente deja de actuar, cuando hay paz ¿dónde estamos?, cuando hay equilibrio de valores fundamentales no hay problemas. El problema humano surge cuando hay un desequilibrio individual, y cuando existe un desequilibrio social viene la guerra. La guerra siempre es la lucha entre sectores distintos, aunque en el fondo persiguen idéntica realidad. Las fronteras que separan las naciones, ¿qué son en su esencia sino aspectos distintos de una misma realidad?, ¿o acaso el agua, los mares, que aparentemente separan a los continentes de la Tierra han separado las moles pétreas que constituyen su osamenta? Todo es realmente un efecto de perspectiva, y como el ser humano vive de perspectivas está luchando contra los demás. Se lucha simplemente por pequeñas perspectivas, y como cada cual tiene su perspectiva está luchando constantemente. Solamente cuando el individuo no crea ningún programa ni crea ninguna perspectiva existe la posibilidad absoluta de acción social, dentro de la cual la palabra fraternidad no sea simplemente una palabra sino una acción. Yo creo que estamos introduciéndonos progresivamente dentro de la línea de una acción social, una acción social que debe arrancar de un centro de equilibrio, y este centro de equilibrio es siempre el reconocimiento de que este ahora que estamos viviendo, y que vivimos constantemente, es el aspecto principal de la vida. Es como si nos hubiésemos situado en el centro de la cruz y nos hubiésemos convertido en unas rosas.
Interlocutor. — Antes ha dicho usted que el Absoluto ve el origen y el fin, o sea, conoce el principio y el fin en el presente, pero este fin es el fin del no-fin, o sea, es un fin simbólico, o sea, es un eterno presente, es la eternidad del presente.
Vicente. — Podríamos decir que Krishna ve desde el final el principio de Arjuna, ve su progresión en el tiempo, pero como Krishna no solamente es el símbolo del ser humano sino que es también el símbolo del propio Dios creador, podemos decir que el Dios creador ve desde el fin el principio o desde el principio el fin del Universo, pero, existe ya, no es un programa. Está todo hecho. Es muy difícil de precisar algo absolutamente místico con términos intelectuales, pero, dense cuenta de que la vida del ser humano, la vida del Universo, la vida de una galaxia, están programadas en el tiempo, por un factor que está más allá del tiempo y que, por lo tanto, manipula el tiempo por medio de su voluntad. Sabe lo que va a pasar y, ¿qué pasa cuando el que está viviendo en el tiempo –Arjuna– se pone en contacto con Aquel Ser que lo sabe todo acerca de Sí mismo? Automáticamente se libera de su destino, y ustedes preguntarán: ¿pero, liberarse del destino es dejar el destino a merced de los demás?, yo digo que es contemplar el agua del río desde un puente, digamos que pasa el agua pero no pasamos con el agua, y, sin embargo, la vemos, estamos tocando aquella realidad. Si vemos nuestro destino aparte de nosotros mismos, aquello sucederá en el tiempo pero no afectará a mi conciencia, ahí está la parte práctica de la leyenda de Krishna y Arjuna, ¿puedo ver yo mi progresión en el tiempo?, si me separo un poco del tiempo sí; si estoy dentro del tiempo no, si estoy navegando solamente por el aspecto horizontal del karma no podré saber cuál es mi destino, pero, si aún viviendo en el karma, o en el destino, soy capaz de remontarme sin dejar aquel destino lo puedo precisar, pero me siento aparte. Vivo en mi karma pero sin ser del karma, vivo en el destino pero sin ser el destino, ¿y qué ocurre entonces? Que la liberación en conciencia del destino que está cumpliendo en el tiempo, por no crear programa en el tiempo, ayuda a que los demás tampoco creen programas. Si tengo paz en el corazón la consecuencia misteriosa del karma es que propago paz a mí alrededor. Si Arjuna es capaz de introducir en su vida el aspecto esencial de paz de Krishna no tiene por qué separarse de su destino, sino que su destino será un bien para todos, como lo atestiguaron siempre los grandes artífices de la civilización del pasado: Krishna, Buda, Lao Tze, Confucio, Cristo, todos los grandes seres que lograron vivir en su destino planetario la vida de Krishna. Bien, se acaba aquí la idea equivocada que tienen muchas personas que creen que liberarse de su destino es dejarlo todo porque dicen “yo ya no preciso de mi destino”, sin darse cuenta de que mi destino forma parte del destino de la humanidad. ¿Qué pasa entonces con este misterio? Pues simplemente que la parte de Krishna que haya sabido introducir en mi vida como Arjuna será un patrimonio de bendición para los demás, simplemente es esto. De ahí nace la teoría del servicio y de los grandes servidores de la humanidad, que reencarnan cíclicamente porque el amor de Krishna siempre es superior a la pequeña vida egoísta de Arjuna y, por lo tanto, hay un complemento entre las estrellas que rigen el destino y la capacidad volitiva de la conciencia que reorienta voluntariamente este destino llevándolo siempre hacia la liberación, no sólo de su conciencia como entidad individual sino la liberación de todo cuanto está dentro de su campo, de su órbita planetaria como karma o como destino. Y ahí hay una gran y profunda expresión de lo que significa el deber social o el dharma planetario, la pregunta eterna: ¿qué voy a hacer cuando me haya liberado? ¿Qué hará Krishna cuando se haya liberado? Vivificar constantemente a Arjuna, porque Krishna se está liberando mediante el crisol de lo absoluto, y Krishna se está liberando en el tiempo. Pero, en esencia, cuantos estamos aquí estamos introduciendo constantemente la vida de Krishna dentro del destino de Arjuna, y sin darnos cuenta nos estamos liberando porque sin darnos cuenta estamos redimiendo la materia, estamos redimiendo la substancia, estamos convirtiendo la substancia de nuestros cuerpos en luz, en los destinos de los Dioses creadores.
Interlocutor. — O sea, que a Arjuna le hace falta un desequilibrio, de momento, mientras no haga contacto con Krishna, porque de momento es el acicate que le sirve para la evolución, pero una vez que ya está contactado con Krishna el desequilibrio desaparece.
Vicente. — Claro. El desequilibrio de los brazos de la cruz mística indica siempre una paralización del poder ejecutivo del yo, que siempre dejará el destino en manos de las estrellas. Entonces, cuando el individuo es consciente y se da cuenta de que está en desequilibrio, forzosamente debe preguntarse la causa, y la causa es buscar qué es lo que produce el desequilibrio, y se dará cuenta de que cada uno de los órganos de su cuerpo reaccionan entre sí, que las parcelas de su entendimiento emocional están reaccionando entre sí también y que no tiene paz en su mente porque las ideas luchan entre sí dentro de su conciencia. Por lo tanto, cuando existen campos gravitatorios distintos dentro de una misma entidad psicológica se produce un desequilibrio que trae como consecuencia el sufrimiento, y al sufrimiento por esto se le llama el gran maestro de la vida, porque es la única referencia que tiene el ser humano de que se está escapando, se está eludiendo el mandato de Krishna, o de la parte espiritual de sí mismo, y, naturalmente, llega una etapa en su vida en que el sufrimiento rebasa en sus crisis espantosas cuanto el corazón humano es capaz de soportar, y entonces es cuando viene la búsqueda del Yo, la búsqueda de Krishna. Existe la desolación, o la Noche Oscura del Alma, como lo definen los místicos, existe algo que nada ni nadie en el mundo te puede solucionar, entonces, existe la salvación, el tesoro de la gracia. Empleamos términos místicos dentro de un contexto científico, que hace posible que el ser humano se dé cuenta de que no está actuando bien y que por lo tanto debe existir una reorientación psicológica total de sus actitudes frente a la vida. Entonces, el desafío lo provoca el sufrimiento, el sufrimiento cuando llega una tensión extraordinaria te sitúa en el mundo espiritual o en el camino espiritual y, entonces, viene la lucha de Arjuna contra sus vehículos, el Yo con su mente, el Yo contra sus emociones, el Yo contra sus tendencias instintivas, y entonces viene también aquella posibilidad que tiene el Yo de considerarse completamente aparte de sus vehículos, porque se da cuenta de que al tener la capacidad de pensar, y que al propio tiempo puede contemplar sus pensamientos, le llega la seguridad de que él como «Yo» no es el pensamiento. Elimina ya un factor, y si al propio tiempo cuando está sumido dentro de una tensión emotiva se da cuenta, por la amplitud de su mente, por discernimiento natural, de que aquello no tiene nada que ver con él porque lo puede contemplar -“esto no soy yo porque lo estoy contemplando, estoy aparte”-, puede radicalmente suprimir la tensión, el complejo, lo que produce, digamos, desequilibrio. Y, ¿qué pasa con el cuerpo?, lo que siempre estamos insistiendo, ¿por qué no hacemos como nuestros hermanos orientales?, que hablan de su cuerpo como algo que deben cuidar pero que ellos son aparte, y no dicen como los occidentales “yo como”, “yo bebo”, “yo respiro”, sino que dicen “mi cuerpo respira”, “mi cuerpo come”, “mi cuerpo bebe”, y así progresivamente hasta llegar a un punto de equilibrio o de integración de estos tres valores conocidos de la mente, de la emoción y del cuerpo, y entonces se ve por un lado el yo, Krishna, y por otro lado la conciencia de la substancia que es Arjuna. Krishna, el liberador; Arjuna, el karma. ¿Se dan cuenta? Entonces, Krishna contemplando a distancia su destino lo está liberando, no introduce dentro del karma más energía que la única que precisa para sostener sus vehículos. Aquí no, lo que ocurre frecuentemente no es eso, el yo se deja relegado a un centro dentro de la estructura, está gravitando toda la estructura sobre el yo y eso ha motivado y motiva constantemente el problema psicológico, y ahí está el desequilibrio constante en la sociedad. Solamente si nos levantáramos por la mañana conscientes de que nuestra mente es un instrumento, de que nuestra sensibilidad es un instrumento, y de que el cuerpo físico es un instrumento, llegaría un momento en que el yo tendría una autonomía perfecta y un dominio perfecto sobre sus vehículos y, entonces, no escribirían la historia nuestros vehículos sino que la historia recrearía nuestra propia vida espiritual, y sería una historia magnífica, ¿verdad?
Interlocutor. — A mí me gustaría hacer una pregunta. Se ha hablado de tradición y a mí me gustaría saber si es la tradición la que te encuadra a ti o tú te encuadras dentro de la tradición.
Vicente. — Bueno, la tradición es el pasado en su totalidad y el individuo se siente impelido hacia delante, no por la fuerza del yo sino por la fuerza del pasado. Como que el pasado no ha sido comprendido perfectamente existen entonces unas zonas vacías que llamamos tradición, que impelen nuestra mente y nuestro corazón a seguir ciertos sistemas de conducta, y a esto lo llamamos nosotros, siempre, el vivir de acuerdo con lo que fuimos, no con lo que somos. Pero es que existe también otro peligro que es el de la persona que se vuelca desmesuradamente hacia el futuro olvidando el presente, porque si tenemos una experiencia en el presente de singular importancia, en vez de abarcar la totalidad de la experiencia con nuestra mentalidad atenta y apercibida buscamos la tradición para que nos la explique, ¿y qué sabe la tradición de aquello que me está pasando ahora, si la tradición se remonta al principio del pasado más remoto del hombre, ya sea en el aspecto religioso, científico o prehistórico?, porque en el ser humano actual la tradición es el instinto y hay muchas personas actualmente que son tradicionales e instintivas, y hay personas que son tradicionales en el aspecto meramente mental y otras que lo son por motivos emocionales, pero, lo interesante es que si la experiencia pertenece ahora, a este momento y aquí, será aquí donde hay que resolver la incógnita, no buscar el aliento del pasado para explicar esto. Si ustedes en el presente tienen paz no se van a preguntar la causa de la paz, se limitarán a gozar de esta paz, y la tradición siempre es intelectual, no tiene nada que ver con el momento que estamos viviendo. Ahí está el desequilibrio orgánico de la sociedad, que estamos viviendo de la tradición, y como estamos viviendo de la tradición tenemos constantemente ante nosotros los gobiernos opresivos que nosotros hemos creado, porque todo cuanto no sea libre es tradición. Solamente existe libertad aquí y ahora, fuera de este aquí y ahora no existe libertad, todo es tradición, o todo es una esperanza en el futuro. Fíjense bien lo que es la tradición: si realizo un acto contrario a la ley no puedo liberarme de esto que he realizado por el sólo hecho de arrepentirme. El arrepentimiento es tradición porque está realizado, todo cuanto pasó en el tiempo, y mis palabras inclusive una vez han sido formuladas jamás volveré a recuperarlas. Esto es tradición, ir detrás buscando lo que acabo de decir. Ahora bien, ¿qué existe entonces como compensación espiritual en este momento? La buena voluntad, la atención que deposito en este momento, que me da la solución exacta de todo cuanto fue y de todo cuanto será, pero sin crear un programa ni una estructura definida, porque en este momento de recogimiento en que Krishna y Arjuna se dan la mano desaparece la tradición, y solamente existe el momento estelar del tiempo del cual participamos al igual que el propio Dios. Se trata simplemente de esto. Dense cuenta solamente, ya como una advertencia serena, que hay que tener presente en el corazón: no pregunten al presente nada si no están profundamente advertidos de todo cuanto ocurre. La mente en tensión extraordinaria y el corazón también para comprender el misterio que existe en cada uno de los momentos del tiempo, sin un adelante y sin un atrás, simplemente tratando de adquirir los significados espirituales que nos hacen falta para llegar al centro de la paz.
Interlocutor. — Entonces, si lo he comprendido bien, para que nuestro presente no sea tradición, solamente para que este conocimiento o filosofía no muera, es dándole cumplimiento con la buena voluntad que llevará a ver lo siguiente, ¿no?, es lo único que puede llevarte, que te puede sacar de la tradición, el cumplimiento de tu presente te saca de la tradición.
Vicente. — Exacto, pero, extremando más la idea, este eterno ahora, ¡ahora!, esto es la liberación de la propia tradición.
Leonor. — Yo preguntaba en relación con este aspecto de la tradición, lo encuentro muy importante, sirve como punto de partida para lanzarse con unos datos más o menos a una nueva observación inteligente y actual, pero sirve como punto de partida también para estudiar el legado del pasado, ¿o no?, ¿o puede cargar entonces un poco la conciencia actual?
Vicente. — La historia es tradición, pero no podemos decir que no creemos incesantemente historia. Una cosa es que yo diga que hay que olvidar cuanto pasó porque lo que estoy viendo ahora está completamente dentro de un marco distinto del que creó aquella circunstancia, y otra cosa es que niegue la tradición como historia. Dense cuenta de algo muy importante: nuestra conciencia, la conciencia física, la conciencia emocional, la conciencia mental, la conciencia búdica, la conciencia monádica, átmica, etc, son una proyección del pasado en el presente. No podemos dejar el pasado porque si dejáramos un sólo recuerdo del que fuera nuestro pasado perderíamos el ligamento con la eternidad, porque llegamos al momento en que todo en cuanto estamos viviendo, todo cuanto estamos reproduciendo, aparte de que no vivimos en el eterno ahora, es reproducir algo que hicimos. A lo que me refiero es que contando con esto que ya es tradicional, o recuerdo, algo cronológico que pasó, mi preocupación sabiendo esto es que el presente tiene una importancia fundamental, porque sin hacer conciencia del pasado, cogería del pasado lo mejor, para tener la experiencia, pero mi conciencia está libre de aquello. ¡Cuidado!, estoy utilizando unos vehículos que he creado en el tiempo y, por lo tanto, en el tiempo deben ir exteriorizando todo cuanto dejaron de hacer o cuanto dejaron de percibir por falta de atención, y, entonces, si se reproduce tradicionalmente algo, es porque aquel algo constituye un lapsus, o un vacío, en una etapa anterior, pero, ¿qué sucede si ahora, en este momento, estoy completamente abierto a lo que está ocurriendo con toda la integración de mi ser?, sucede simplemente que sin negar el pasado y sin negar las perspectivas del futuro estoy viendo todo esto en este momento, me refiero exactamente a esto, y este momento es el desafío más grande que tiene ante sí la inteligencia del ser humano. Si es capaz de realizarlo, si es capaz de afrontar con serenidad este momento estelar, sabrá lo que es vivir más allá de la tradición, porque de la tradición utilizará simplemente el aspecto positivo en este momento del tiempo, su conciencia Krishna es aparte de todo, solamente contempla lo que sucede, y somos Krishna.
María. — Entonces yo considero el tiempo, el pasado y el futuro, y veo que el tiempo vivido es la densidad de la materia que está obrando, si estamos nosotros en el presente, entonces nos situamos con valores tan sutiles, ¿eh?, que estamos en el presente ahora en el que emana el Ser en sí, ¿verdad?, pero, cuando nosotros detectamos el pasado entonces, tal vez, nuestra densidad se hace más pesada y por eso vivimos en el tiempo. O sea, no sé si lo diré muy bien, pero que al interpretar el presente ahora y no vivir en el tiempo es utilizar o sacar mucho peso, no sé cómo decirlo, [Exacto] porque te sitúas en el momento presente y no sé explicarlo más…
Vicente. — Sí, lo verán claramente esto solamente recordando lo que decimos acerca de la ley de gravedad: dos cuerpos con masa diferente, con su propio radio de gravedad, están actuando en una zona de equilibrio, allí donde la gravedad del cuerpo desaparece para dar vida a la gravedad del otro, en este momento solemne no existe gravedad alguna. ¿Se dan cuenta de que no existe gravedad en este momento, en este eterno ahora? Lo hemos desglosado dentro de la conciencia, un aspecto molecular positivo o negativo perteneciente al pasado y otro complejo molecular negativo, por decirlo así, que pertenece al futuro, y nosotros con la atención estamos aguantando la presión de los dos elementos, viviendo en paz, y a esto lo llamo eterno ahora. Por lo tanto, no es que se niegue el futuro ni el pasado sino que se equilibran el pasado y el futuro en este presente momento, en este eterno ahora, dentro de este presente, y hay una paz augusta en el corazón, y precisamente esta paz que sentimos es porque hay atención. Sin darnos cuenta hemos roto todo cuanto nos liga con el pasado y al propio tiempo hemos dejado de pensar en el futuro hipotético, y estamos, sin embargo, viviendo. ¿Qué es lo que vive en estos momentos Krishna? Más allá de toda ilusión está la realidad, y es la realidad la que estamos viviendo cuando estamos en esta gran distensión nacida en equilibrio de valores psicológicos, los que se relacionan con la tradición y los que se relacionan con el propio romanticismo de lo que esperamos obtener del futuro. En todo caso, ustedes viven en paz, si podemos llevar esta paz a todas partes y en todos los momentos de la vida, realmente será la prueba de que Krishna y Arjuna están viviendo juntos en este momento presente compartiéndolo con todos los dioses de la creación.
Interlocutor. — Entonces, podemos, si yo no he comprendido mal, nosotros podemos ver en un momento determinado el pasado para mejorar el presente. ¿Es malo esto?
Vicente. — Bueno, eso depende del punto de vista del Observador. Si siguiendo la teoría de la cruz podemos sostener la idea de que un brazo vertical se levanta sobre el horizontal, podemos decir que situando a ambos lados de esta vertical en relación con la horizontal, un triángulo, veremos que la relación, el equilibrio que tenemos en este momento nos permita avizorar una zona profunda del pasado más otra zona profunda del futuro, porque estamos fuera del tiempo, dense cuenta, es la elevación, es esto (lo dibuja en la pizarra) el yo aquí, el pasado y el futuro, entonces, todo dependerá del grado de adaptación de mi vida en el presente que será el que marca esta vertical o esta perpendicular sobre el plano horizontal de la cruz. Como veremos siempre la rosa se manifiesta en muchos puntos, depende de la evolución del individuo, pero, donde sea, cuanto más el ser está por encima de los aspectos expresivos o manifiestos de la materia, o de la substanciación de su vida, más puede abarcar del pasado, más puede abarcar del futuro, por ejemplo, los profetas, los iluminados, los místicos, que predicen con exactitud matemática, porque no están condicionados por las estrellas, lo que ocurre o lo que ocurrirá dentro de unos cuantos miles de años. Simplemente Krishna (dibuja en la pizarra) es el que está elevando la visión constantemente y Arjuna se limita solamente a observar la obra de Krishna. Si puedo abarcar, por ejemplo, a través de la verticalidad una zona de tiempo determinada de unos miles de años, igual será si adelante que atrás, en todo caso siempre se revela la figura mística del triángulo equilátero. ¿Se dan cuenta? Todo es un proceso matemático y científico, y no hay ninguna regla espiritual que no pueda ser descrita matemáticamente, al contrario, la matemática es uno de los principios espirituales por excelencia, es decir, que tiene razón. Pero, dense cuenta cómo en este momento y entre nosotros y en este mismo instante solamente segregamos a través de Arjuna lo que hemos podido captar de Krishna, no todos estamos en el mismo nivel de equilibrio, existe una jerarquía espiritual entre todos nosotros, entonces, lo que dice el amigo es perfecto, si podemos elevar la vertical, la intensidad de visión en este momento del tiempo, al ir aumentando la vibración y, por lo tanto, la elevación del antakarana, este es el término, el pasado y el futuro llega un tiempo en que se convierten en cero: es la liberación; mientras tanto vemos una parte del pasado y una parte del futuro, pero nosotros somos hijos del tiempo todavía. El amigo me lo ha recordado. Quizás he ido demasiado hacia arriba dentro de un concepto, pero es que hay que pensar en términos cósmicos para poder comprender la manera de liberarnos del concepto de lo individual. Solamente cuando nos liberamos del tiempo, cuando Arjuna empieza a presidir la vida de Krishna aquí en la Tierra, es cuando se produce el fenómeno de la fraternidad, no antes. ¿Se cansan?
Interlocutor.— Se ha hablado antes de dominar, por ejemplo, se llega a un momento en la evolución en que se domina el dolor, entonces, yo quería preguntar si se habla de que hay ciertos monjes, incluso personas que no tienen una liberación, simplemente por un conocimiento bastante profundo del mecanismo cerebral llegan a dominar el dolor explotando esa capacidad que tiene el cerebro. Entonces, yo creo que cabría preguntar si esto se puede reducir a un conocimiento, a un control de esos resortes todavía tan enigmáticos de nuestro cerebro, o es que tiene que intervenir Krishna, es decir, el Yo superior, que es el que tiene la llave para esto, o es una cosa, sin acudir a misticismos, algo científico y de todo el mundo, ya que hay personas que llegan a esto. ¿Es válida esta hipótesis o no?
Vicente.— Bueno, dense cuenta de que cuando hablamos de un yogui que tiene ciertos poderes sobre su cuerpo, es capaz por ejemplo de atravesarse como vemos por la televisión; ya digo, que esto es un fenómeno de masas. Yo hablo de algo superior. Una persona con un entreno sistemático de su cuerpo puede en ciertas áreas dejarlas inocuas al dolor, pero esto no facilita la liberación. Entonces, lo que tratamos aquí es de vivir tan íntegramente fusionados con este misterio que se realiza ahora, que todo lo demás deja de tener importancia.
Barcelona, 1 de noviembre de 1977.
Vicente Beltrán Anglada