El Bendito Señor Krishna dice:
- Indestructible es el Ashvattha con raíces arriba y ramas abajo. Himnos (Vedas) son sus hojas. Quien lo conoce es Conocedor de los Vedas.
- Hacia abajo y hacia arriba[note]Es decir, se extienden por todos los planos del Universo, superiores e inferiores.[/note] se extienden sus ramas nutridas con la savia de las cualidades[note]Gunas. Este árbol se nutre con las Gunas, así como los árboles físicos se nutren con las aguas de los ríos.[/note]. Los objetos de los sentidos son sus yemas, y hacia abajo crecen sus raíces como lazos de acción en el mundo de los hombres.
- No es posible aquí conocer su forma, ni su fin, ni su origen, ni su raigambre. Abatido este Ashvattha de firmísimas raíces mediante la divina virtud del desapego (Asanga).
- Puede buscar el hombre aquel ulterior sendero en cuyas huellas no hay regreso, y encaminarse en verdad hacia el Primario Espíritu del que brotó la prístina corriente de energía.
- Quienes sin orgullo ni obcecación han vencido el vicio de la concupiscencia y moran constantemente en Atman, apaciguados sus deseos y libres de los pares de opuestos que se llaman placer y dolor, ellos huellan libres de ilusión aquel sendero indestructible.
- En donde ni Sol, ni Luna, ni fuego resplandecen y del que jamás regresan quienes van. Es Mi Morada Suprema.
- Una porción de Mi propio Ser se transforma, en el mundo de vida, en un Espíritu Inmortal (Jiva) y atrae por entero a la mente y los demás sentidos velados en la Materia.
- Cuando el Señor deja un cuerpo y pasa a otro nuevo, llévase consigo la mente y los sentidos, como del jardín recoge el viento los perfumes.
- Como Observador Silencioso tras del oído, vista, tacto, olfato y gusto, y también de la mente, percibe a los objetos de los sentidos.
- Los desatentos no perciben al Señor ni cuando presente ni cuando ausente del cuerpo, ni cuando le afecta la influencia de las cualidades; pero sí percibe al Señor quien ve con ojos de Sabiduría.
- Los yogis esforzados también Le perciben situado en Atman; pero los incapaces de discernir, ni aún con esfuerzo pueden percibirle, porque no está ejercitada su mente.
- Reconoce como de Mí procedente el esplendor que del Sol irradia y al mundo entero alumbra. Reconoce que de Mí dimanan el fulgor del fuego y el brillo de la Luna.
- Penetrando en la tierra, a los seres mantengo con Mi vital energía, y con la fecundante savia de Soma nutro a toda planta.
- Al transformarme en vital Fuego (Vaishvanara), doy vida a los cuerpos que respiran, y unido a los alientos soy digestión de las cuatro clases de alimentos[note]Los que se mastican (Bhakshyam); los que se beben (Bhôjyam); los que se disuelven, como la miel (Lêhyam) y los que se chupan, como algunos frutos que deben absorberse de este modo (Chôshyam).[/note].
- Yo resido en el corazón de todos los seres y de Mí proceden la memoria, el entendimiento y la privación de ambos. Yo soy lo que en los Vedas ha de conocerse, pues soy el Conocedor de los Vedas y el Autor del Vedanta[note]“Veda”, de la raíz sánscrita “vid”, “conocimiento divino”, y “anta”, “fin”, esto es, que el fin de todo conocimiento es Dios (o sea, Vedanta), y es lo único que otorga la Perfecta Felicidad al Hombre.[/note].
- Dos energías[note]Purushas. Ahora el Señor comienza a describir los tres aspectos de la Existencia Divina: Kshara-Purusha, Akshara-Purusha y Purushôttama o Uttama-Purusha.[/note] hay en este mundo: la perecedera (Kshara-Purusha) y la indestructible (Akshara-Purusha). La perecedera son todas las criaturas que viven en el tiempo. La inmutable es la indestructible.
- Pero la Superior Energía (Uttama-Purusha) es en verdad el Ser Supremo, el Indestructible Señor que penetra y sostiene los tres mundos.
- Y porque sobre lo destructible prevalezco y a lo indestructible excedo, en el mundo y en los Vedas Me proclaman Supremo Espíritu.
- El que ya libre de ilusión Me reconoce por este Supremo Espíritu, todo lo conoce, ¡oh Bhârata!, y en plenitud de su ser Me adora.
- Te he revelado la más secreta doctrina, ¡oh tú sin mancilla! Al conocerla, alcanza el hombre, ¡oh Bhârata!, la verdadera iluminación y corona su obra.
Así, en el Glorioso Upanishad del Bhagavad Gîtâ, la Ciencia del Eterno, el Libro de la Unión Divina, el coloquio entre Sri Krishna y Arjuna, es el Decimoquinto Capítulo titulado: LOGRO DEL SUPREMO ESPIRITU