El Sabio Sanjaya dice:
- Viéndole tan lastimeramente desalentado y con los ojos llenos de lágrimas, díjole Krishna a Arjuna estas palabras: El Bendito Señor Krishna dice:
- ¿De qué te viene, ¡oh Arjuna!, ese innoble e infamante abatimiento que cierra las puertas del Cielo?
- No cedas a la impotencia, ¡Oh Pârtha!, que no es propia de ti. Sacude esa vil pereza del corazón. ¡Yérguete, Parantapa!Arjuna dice:
- ¡Oh Madhusûdana! ¿Cómo lanzaré yo mis flechas contra Bhîshma y Drona, que tan dignos son de reverencia? ¡Oh matador de enemigos[note]Nótese que a Krishna se le llama “matador” de enemigos, y a Arjuna tan sólo “perseguidor”. La razón está
en que el príncipe pandava se esfuerza por realizar la empresa que en Krishna es ya parte de Su Naturaleza Celeste. La Divinidad, como absoluta y perfecta, nada más tiene ya que alcanzar.[/note]! - Con mendrugos me sustentara de limosnas en este mundo, antes que matar a tan nobles maestros, porque si matara a esos maestros anhelosos de bienes[note]O bien, “de riquezas”; pero la palabra “bienes” concuerda mejor con los reparos de Arjuna.[/note], rociaría con su sangre los festines de mi vida.
- No sé qué fuera mejor: que los venciéramos o que nos vencieran; pues quienes enfrente se han reunido contra nosotros son los hijos de Dhritârashtra, cuya muerte acabaría con nuestra vida.
- Mi corazón se apesadumbra a causa de mi mente irresoluta y mi voluntad se ve solicitada por el deber. Yo te pregunto a qué mejor puedo resolverme. Soy tu discípulo. Suplicante, ruégote que me enseñes.
- Porque nada veo que pueda consolar la aflicción que conturba mis sentidos, aunque alcanzara la indisputada monarquía de la Tierra y aún la soberanía de los seres celestiales.El Sabio Sanjaya dice:
- Luego que hubo así hablado Arjuna, dijo de nuevo a Govinda: “¡no pelearé!” Y quedó silencioso.
- Entonces, ¡oh Bhârata!, respondió Krishna sonriente al que tan abatido se veía entre ambas huestes:El Bendito Señor Krishna dice:
- Te lamentas de lo que no debieras lamentarte. ¡Aún son tus palabras de engañosa sabiduría[note]Palabras con apariencia de sabiduría pero, en realidad,
faltas del profundo sentido de la misma.[/note]! El sabio no se lamenta ni por los vivos ni por los muertos[note]La vida y la muerte no son más que dos fases de la Vida única. En realidad, la muerte no existe. Atman (el Ser, Dios), permanece inalterable, porque la inmortalidad es uno de Sus atributos.[/note]. - Ni Yo, ni tú, ni esos príncipes de hombres, en tiempo alguno hemos dejado de ser[note]El Espíritu es inmortal.[/note], ni dejaremos de ser en adelante.
- Así como el morador del cuerpo pasa en él por la infancia, la juventud y la vejez, así también pasa a otro cuerpo. Quien es firme, no se apesadumbra por esto.
- El contacto con la materia, ¡oh hijo de Kunti!, da calor y frío, placer y dolor, que en alternativos vaivenes se funden transitoriamente. Sopórtalos con valor, ¡oh Bhârata!
- El hombre a quien ni el placer ni el dolor conturban y entre su balanceo permanece firme, es merecedor de la inmortalidad.
- Lo que no existe no tiene ser y lo que existe jamás cesará de ser. La verdad de ello ha sido percibida por los videntes de la esencia de las cosas (tattwa).
- Indestructible es Aquel que todo lo penetra. Nada ni nadie puede aniquilar a este imperecedero Ser.
- Finitos son estos cuerpos del encarnado Ser, eterno, indestructible e inmenso. Así, pues, ¡pelea, oh Bhârata!
- Ignorantes son quienes miran como matador al que mora en el cuerpo, y quienes lo creen muerto. El Espíritu no puede matar ni morir.
- Porque nunca tuvo principio, ni tendrá fin, ni habiendo sido cesará jamás de ser. Es nonato, perpetuo, eterno y no muere cuando muere el cuerpo.
- ¿Cómo puede pues, ¡oh Pârtha!, matar o morir, quien sabe que es indestructible, perpetuo, nonato e indisminuíble?
- Como un hombre desecha las ropas viejas y se viste de otras nuevas, así el morador del cuerpo deja el cuerpo viejo y entra en otro nuevo.
- Arma alguna puede herirle, ni fuego abrasarle, ni agua humedecerle, ni viento orearle.
- Porque es invulnerable, incombustible, impermeable e inoreable. Es perpetuo, omnidifuso, permanente, incorruptible y eterno.
- Invisible, inescrutable e inmutable. Si así lo reconoces, no has de afligirte.
- Mas aún cuando lo creyeres de continuo nacido y de continuo muerto, tampoco así, ¡oh armipotente!, debieras afligirte.
- Porque, en verdad, del nacimiento dimana la muerte y de la muerte el nacimiento. Así, no debes afligirte por lo inevitable.
- Los seres son inescrutables en su origen[note]Antes del nacimiento en la Tierra.[/note], manifiestos en su estado promedio, ¡oh Bhârata!, e igualmente inescrutables en su condición ultérrima[note]Estado posterior a la muerte o disolución del cuerpo.[/note]. ¿Cómo pues, halla lugar en ti el lamento?
- Por maravilla tienen unos al Espíritu; como de maravilla hablan otros de Él; como de maravilla oyen otros hablar de Él. Mas, aún oyendo, nadie en verdad comprende[note]Sólo el hombre unido a Dios es quien Le conoce en Su
verdadera Naturaleza.[/note]. - Siempre invulnerable es, ¡oh Bhârata!, el morador del cuerpo. Así, no te aflijas por criatura alguna.
- Además, advierte tus deberes[note]“Cumple las acciones que debes cumplir, esto es,
cumple con tu Dharma”.[/note] y no vaciles; porque nada hay más correcto para un Kshattriya que la guerra justa. - Felices, ¡oh Pârtha!, los Kshattriyas que militan en tal lucha, porque es no buscada coyuntura que les abre las puertas del Cielo[note]Se dice que el guerrero muerto en el campo de batalla por una causa justa, pasa a morar en las regiones celestiales.[/note].
- Pero si con desprecio de tus deberes y mancillando tu honor rehusas emprender esta justa guerra, caerás en pecado.
- Las gentes pregonarán tu perpetua deshonra; y para quien bien se estima, mucho peor es la deshonra que la muerte.
- Los jefes creerán que por cobardía rehuyes el combate, y te verás menospreciado por ellos, que tan animoso te juzgaban.
- Voces despectivas derramarán sobre ti tus enemigos, difamando tu esfuerzo. ¿Qué mayor afrenta?
- Muerto, ganarás el Cielo; victorioso, dominarás la Tierra. Así, pues, yérguete, ¡oh hijo de Kunti!, y determínate a luchar.
- Aceptando por igual el placer y el dolor, la ganancia y la pérdida, el triunfo y la derrota, apréstate a la batalla. Así no caerás en pecado.
- Las enseñanzas que te he expuesto están acordes con el Sankhya. Óyelas ahora en concordancia con el Yoga. Si te compenetras con estas enseñanzas, ¡Oh Pârtha!, quebrantarás las cadenas de la acción.
- En esta doctrina no hay esfuerzos perdidos ni tampoco pecado. Una chispa de este conocimiento salva al hombre del gran peligro[note]El olvido de Dios, lo cual implica la existencia condicionada en el mundo.[/note].
- El Discernimiento determinado, sólo tiene un fin, ¡oh joya de los Kurus!; pero dispersos y mudables son los pensamientos del que duda.
- Floridos discursos salen, ¡oh Pârtha!, de la boca del necio que se regocija en la letra de los Vedas diciendo: “nada hay sino esto”[note]Satisfechos con la letra de los Libros Sagrados, no descubren la Verdad contenida en Sus páginas.[/note].
- Con egoísta deseo tienen el Cielo por meta y se representan el futuro nacimiento como recompensa de sus acciones, practicando muchas y diversas ceremonias para gozar de riqueza y poderío.
- Este Discernimiento determinado a la contemplación firmemente sostenida no es propio de quienes viven apegados a las riquezas y al poderío, y cuya mente se halla subyugada por tales pensamientos.
- Los Vedas tratan de las tres cualidades (Gunas). Sobreponte a ellas, ¡oh Arjuna! Permanece firme en la Pureza (Guna Sattwa), más allá de los pares de opuestos (Dvandvas), desdeñoso de bienes y en la plenitud de Atman.
- Tan provechosos son los Vedas para el brahmín iluminado como el agua de un estanque en un lugar totalmente inundado.
- Atiende tan sólo a la acción y no a las ventajas que puedas allegar de ella. No te determine la recompensa ni tampoco te aficiones a la inacción.
- Cumple tus acciones, ¡oh Dhananjaya!, morando en Unión con la Divinidad, renunciando a todos los apegos y por igual sereno en el éxito que en el fracaso. Este equilibrio se llama Yoga.
- La acción es, ¡oh Dhananjaya!, muy inferior al Yoga de Discernimiento (Budhi-Yoga). Refúgiate en la Pura Razón (Budhi). ¡Miserables los que trabajan por la recompensa!
- El unido con la Pura Razón se abstrae en este mundo de las buenas y malas acciones. Así pues, aplícate al Yoga, porque el Yoga es habilidad en la acción[note]Tanto las acciones buenas como las malas se hallan dentro del Universo manifiesto, es decir, no poseen existencia real. El Sabio no siente apego ni aún por las buenas acciones que realiza en beneficio de la Humanidad, de este modo se libra de los lazos del Karma, ya que concentra mente y sentimiento únicamente en Dios.[/note].
- El sabio unido a la Pura Razón renuncia a la recompensa que le ofrecen sus actos y libre de las ataduras del renacimiento se encamina a la Bienaventurada Sede.
- Cuando tu Discernimiento se haya desprendido de esta maraña de ilusiones, sentirás indiferencia por cuanto has oído y por cuanto has de oír.
- Cuando ya apartada tu mente de las Escrituras repose con firmeza en la contemplación de Dios, entonces alcanzarás el Yoga.Arjuna pregunta:
- ¿Cuál es, ¡oh Keshava!, la señal de quien permanece firme en la contemplación de Dios y es de mente serena? ¿Cómo el de mente serena puede hablar, cómo sentarse y cómo andar?El Bendito Señor Krishna responde:
- Cuando un hombre extirpa, ¡oh Pârtha!, todos los deseos de su corazón, y se satisface en Atman por Atman, entonces puede llamarse de mente serena.
- Aquel cuyo corazón está libre de ansiedad en el dolor, indiferente al placer, desapegado de la pasión, del temor y de la cólera, aquel puede llamarse sabio (Muni) de mente serena.
- El que a nada se apega, ni se inmuta en la suerte próspera o adversa, ni gusta ni repugna; un hombre tal, es de equilibrada mente.
- Cuando, además, aparta sus sentidos de los objetos de sensación, como tortuga que encoge sus miembros en la caparazón, entonces, es de equilibrada mente.
- Los objetos de sensación, aunque no el gusto por ellos[note]Los objetos se alejan cuando son rechazados, sin embargo, subsiste el deseo por ellos. Y aún este mismo
deseo queda desvanecido por la Visión de Dios.[/note], abandonan al abstinente morador del cuerpo que de ellos no gusta; y aún el mismo gusto abandona al que persevera en la visión de Dios. - ¡Oh hijo de Kunti! Los fogosos sentidos arrastran impetuosamente aún el corazón del sabio que contra ellos forcejea.
- Sojuzgados todos sus sentidos, puede el hombre estar en armonía Conmigo que soy su aspiración suprema; porque quien ha subyugado sus sentidos es de equilibrada mente.
- El hombre que se complace en los objetos de sensación, suscita en sí el apego (Râga) a ellos; del apego surge el deseo (Kama); del deseo el apetito desenfrenado (Krodha);
- Del apetito desenfrenado dimana la ilusión (Samohaha); de la ilusión la desmemoria (Smritivibhramaha); de la desmemoria, la pérdida del discernimiento (Budhinâsha) ; y por la pérdida del discernimiento perece el hombre (Pranashati) .
- Pero el que dueño de sí mismo se mueve entre los objetos de sensación, con los sentidos libres de gusto y repugnancia, sojuzgados por Atman, logra la Paz.
- En esta Paz se extingue toda pena, porque en el de corazón (Chitta) pacífico, muy pronto alcanza equilibrio el Discernimiento.
- No hay Pura Razón para quien está desacorde, ni para el desacorde hay devoción (Bhavana). Para quien carece de devoción no hay Paz (Shante), ¿y cómo puede ser feliz quien no tiene Paz?
- Del de sentidos erráticos que a ellos abandona la mente, huye el conocimiento como barco sobre las aguas impelido por la tormenta.
- Así, ¡oh armipotente!, aquel cuyos sentidos están por entero desapegados de los objetos de sensación, es de equilibrada mente.
- Lo que es noche para los demás seres, es día para el hombre disciplinado; y cuando en vigilia están los demás seres, es noche para el sabio vidente[note]Los ojos del Sabio están abiertos a verdades cerradas para la visión ordinaria, mientras que, por el contrario, aquello que es real para las multitudes, es ilusión para el Sabio.[/note].
- Logrará Paz, aquel en cuyo interior muera todo deseo, como mueren los ríos en el Océano, que, aunque siempre lleno de agua, jamás se desborda. Pero no logrará Paz quien tenga deseos.
- Quien extirpa todo deseo y camina hacia adelante, libre de aflicción (Nishpriyaha), de egoísmo (Nirahamkaraha) y vanidad (Nirmâmo), ese logra la Paz.
- Este es el Eternal estado del Espíritu, ¡oh hijo de Prithâ! Quien a Él llega, nunca más se desvía. Quien en la hora de la muerte, permanece aún en él, se funde en el seno de la Divinidad.
Así, en el Glorioso Upanishad del Bhagavad Gîtâ, la Ciencia del Eterno, el Libro de
la Unión Divina, el coloquio entre Sri Krishna y Arjuna, es el Segundo Capítulo titulado:
VERDADERA NATURALEZA DEL ESPIRITU