El primer Rayo

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La sociedad actual impulsa el valor indiscutible de las mentes de los hombres eruditas, ricas en conocimientos. Lo vemos por doquier en escuelas, institutos, universidades, centros de trabajo, etc. Pero todos sabemos ya, que una mente repleta de conocimientos no garantiza ese vacío necesario para expresar amor a todo lo que nos rodea. Acumulamos aquí arriba (en la mente) pero aquí (en el corazón) muchas veces actuamos sin caridad ni compasión.

Por ello, para avanzar en este largo y sinuoso camino que es la evolución del cuarto al quinto reino, la Jerarquía Espiritual o Gran Fraternidad dispuso, no hace mucho, para esta era de Acuario, el lenguaje del corazón.

El lenguaje del corazón procura que el conocimiento así adquirido, es decir, a través de nuestro centro del corazón, se obtenga sin esfuerzo, sin resistencia y sin tècnica alguna necesaria. Esta nueva y radical orientación supone una apertura mental tan prodigiosa que posibilita que el conocimiento se asimile rápidamente y con toda su absoluta virtualidad por el corazón.

Todo esto está muy bien pero… ¿Qué tiene que ver con el tema de hoy, el del primer rayo?

Pues tiene que ver justamente con que el corazón es hoy día un asiento de las energías del Primer Rayo, energías que podemos ya empezar a sentirlas y emplearlas en nuestra vida cotidiana.

¿De qué forma entonces?

Pues como apuntábamos antes, permitiendo que nuestra mente sea tan exquisitamente vulnerable que posibilite que el conocimiento penetre en nosotros de una manera espontánea y libre, consiguiendo así una adaptación serena y sin esfuerzo a todos y cada uno de los acontecimientos del tiempo condicionador o kármico.

Como decía VBA:

La mente es sólo el recipiente que ha de acoger la fuerza inmaculada del verbo creador, llena de valores absolutos.”

 

Muy bien, pero… ¿Cómo podemos poner en práctica ese lenguaje del corazón?

Pues justamente gracias a la expresión que llevamos años repitiéndonos en estas reuniones y que, pocas veces, conseguimos mantenerla de forma sostenida en nuestra vida cotidiana: la Serena Expectación.

Porque cuando practicamos la atención permitimos canalizar las energías del primer rayo, una fuerza tremenda que nos permite estructurar una conciencia nueva y nos vuelve más radiactivos espiritualmente. Es la energía que depura nuestra personalidad y sana nuestro entorno, porque la energía de primer rayo es una energía sintética que refuerza y relanza la voluntad del hombre, su poder ejecutivo, su capacidad de resolver situaciones. El primer rayo es el poder operativo de la conciencia.

Pero es importante advertit que no es suficiente con estar atentos. Por ese motivo hablamos de la Serena Expectación, porque para canalizar correctamente las energías de primer rayo, también hemos de aceptar el reto de los hechos que nos sobrevienen a diario -realmente de las oportunidades que la vida nos presenta- sin intentar evitarlos o adoptar actitudes impasibles, indiferentes o imperturbables.

Por otro lado, como hemos dicho muchas veces, el puente hacia el Quinto Reino pasa necesariamente por la unificación de nuestros cuerpos físico, emocional y mental. Queremos decir que, nuestra línea de trabajo, apunta hacia la alineación, la armonización y el equilibrio de nuestra personalidad, para que así nuestro foco de conciencia pueda ubicarse en nuestra Alma y sea ésta Mente Superior la que pueda gobernar nuestras vidas y así contribuir al cumplimiento del plan divino.

De forma análoga, en ese mismo plan divino, está previsto que Shamballa, la Gran Fraternidad y la Humanidad deben de constituir un único centro sintético de conciencia del logos planetario.

Para facilitar el camino hacia esa transición, desde hace unas pocas décadas, existe una afluencia de energía cósmica del primer rayo que, sin pasar por la Gran Fraternidad, está estimulando la raza de los hombres, sus pequeñas voluntades, como reza LGI.

Estas energías de primer rayo nos procuran un gran despertar. Un despertar que no tiene nada que ver con la profusión del pensamiento o de las ideas. Es como un despertar dinámico en el centro del corazón, donde reside nuestro cristo interno y que nos posibilitará adquirir la conciencia grupal.

La era de Acuario está gobernada indudablemente por las energías del 7º rayo, pero fijémonos que curiosamente esa energía de primer rayo de la que hablábamos antes y que estaba alcanzando a la humanidad procede de una estrella de primer rayo de la constelación de Acuario.

Probablemente este influjo de carácter redentor lo podemos reconocer en la rápida transformación que estamos viviendo desde hace años en nuestra sociedad. Lo podemos apreciar en las tensiones sociales que se presentan en el planeta, cómo aparecen muy rápidamente y del mismo modo desaparecen o se desplazan a otros puntos geográficos o sociales.

Las energías de primer rayo son las idóneas cuando algo debe de cambiar, pues tienen la fuerza necesaria para apartar los obstáculos e impedimentos, dado que para construir algo nuevo, antes debe desaparecer lo viejo. Pero démonos cuenta que el Primer Rayo no sólo destruye sino que también construye. El Primer Rayo tiene dos facetas: destruye y reconstruye.

Durante las últimas décadas se ha hablado mucho de la venida del instructor del mundo pero ya Cristo dijo en su día:

«Cuando vuelva no traeré la paz, sino la Espada«

porque la paz tal como la comprendemos en su sentido emocional, adormece la conciencia, en tanto que la Espada, la energía de primer rayo, vitaliza todos los órganos del cuerpo, todas las moléculas que constituyen los cuerpos mental y emocional para constituir un todo unido.

Es la espada que quebranta los grilletes de la opresión, es decir. Es la liberación de la que hablaba Krishnamurti, por cierto, un ser claramente del primer rayo.

Estas influencias cósmicas de primer rayo también están irrumpiendo en el inconsciente colectivo de la humanidad, destruyendo viejas formas para que podamos construir otras nuevas. De esta forma, muchas veces nos sucede que caemos en la ilusión de estamos retrocediendo, que no evolucionamos, porque nos vemos atraidos por la gravedad de la materia, de los sentidos, cuando por otro lado, al mismo tiempo nuestro espíritu anhela y apunta hacia arriba, buscando el Hombre Nuevo.

Es posible que esto esté ocurriendo por la misma acción del primer rayo, que va destruyendo como decimos, las estructuras de ese hombre viejo, irrumpiendo allí donde hemos albergado nuestras seguridades, nuestra fe, nuestras esperanzas.

Pero cuando el hombre, gracias a esa Espada que es la Serena Expectación, afronta su soledad y su vacío, elimina sus inútiles y viejas seguridades, elimina sus resistencias y, de esta forma, acepta el nuevo reto, el nuevo partir de cero, sin alforjas de ningún tipo, llega a comprobar que él y Yo son la misma cosa y entonces puede advenir ese Hombre Nuevo.

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