Las Leyes de Evolución del Hombre

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Las Leyes de Evolución del Hombre Vicente Beltrán Anglada Barcelona, 1 de agosto de 1974.

 

Al hablar de leyes espirituales, y son múltiples, puesto que arrancan de una sola ley universal de vida, vamos a hablar, principalmente, de dos grandes leyes, siguiendo el principio, digamos, divino, que rige todo el proceso, y haciendo algunas escalas en el camino, deteniéndonos ante ciertos hechos y ciertas circunstancias comunes a todos los seres humanos, y cuya finalidad es la integración completa del ser, resolviendo eso que técnicamente llamamos evolución.

Quisiera tratar, primero, exactamente, qué es evolución.

Todos tenemos una idea de lo que es evolución, la evolución es el paso que va desde el deseo de progreso inmediato, desde el punto donde estamos situados, hasta la meta asequible a nuestra razón y a nuestro entendimiento, y al esfuerzo que hay que realizar partiendo de este cero de posibilidades hasta un cien por cien de posibilidades absolutas por la cuales y para las cuales ha sido programado el ser humano por la Divinidad.

La evolución, por tanto, tiende siempre hacia un arquetipo, hacia algo superior a nuestra manifestación inmediata, y este proceso, este incentivo, este paso hacia esta posibilidad, hacia ese arquetipo, no se refiere únicamente al ser humano, sino que abarca en su dilatada esfera de expresión todo el Esquema planetario, y todos los Sistemas cósmicos que podemos percibir a través de los sentidos, mirando el cielo estrellado, o hurgando en las reconditeces de la razón más profunda.

Evolucionan, por tanto, los reinos de la naturaleza, evolucionan las razas, evolucionan los átomos, las células, buscando siempre una superación de perspectivas actuales, y ahondando y profundizando cada vez más y más en este incesante proceso de descorrer los velos del tiempo, buscando la causa suprema como es la eternidad, de nuestra procedencia y de nuestro origen.

Las razas evolucionan según diseños arquetípicos marcadas por cada subraza. Los colores evolucionan también según el diseño de una luz blanca, hacia la cual parece ser que tienden todos los colores de la naturaleza. En la escala, o en la gama de sonidos de la naturaleza, también en número de siete, se busca una nota única de la cual proceden todas las notas de la naturaleza, teniendo en cuenta que cada elemento vivo dentro de la naturaleza está emitiendo una nota, que esta nota tiende a purificarse y a hacerse cada vez más sutil y al mismo tiempo más sublime.

Todos los elementos buscando la armonía de funciones integrales reflejados en el arquetipo de un sonido, de un color o de un estado de conciencia. Cuando avizoramos las perspectivas de un estado de paz, de silencio, de recogimiento, cuando la mente cansada del tormento de pensar ha llegado a un punto de silencio expectante dentro del cual y por el cual ha sido consciente de una realidad interior, puede decirse que en el ser humano ha empezado automáticamente el proceso consciente de la búsqueda de su propio arquetipo, siendo ese arquetipo, de aquel momento en adelante, el que va a regir el proceso vital de su existencia, en el plano físico, en el orden emocional, y en el nivel mental, buscando aquello que está más allá de la esfera de los tres mundos.

Aquello que está más allá de las posibilidades inmediatas, aquello que está más allá de la luz del entendimiento normal o corriente, del que utilizamos constantemente en nuestra vida de relación social.

la evolución es la ley máxima de la existencia

Es la ley del ser buscando su proyección en el tiempo, creando y renovándose a través de los distintos arquetipos que la naturaleza ha ofrecido a todo ser viviente para realizar ese milagro de orden en todos los siglos de caos.

El hecho mismo de que ustedes estén aquí en silencio expectante tratando de comprender cada vez más y más el impulso que guía su razón y su entendimiento y el poder que renueva todas las cosas y que late en el corazón es una demostración objetiva de que ustedes están buscando y tratando de realizar ese arquetipo de evolución para lo cual hemos sido programados como seres humanos.

Y, al hablar de leyes espirituales, partiendo de una sola ley, cual es la ley de evolución, tenemos que decir que, co-substancialmente, con la ley de la evolución como caras de la misma moneda de la evolución, están las leyes del karma y las leyes de renacimiento o reencarnación.

Hay que apelar, por tanto, para los profanos, a hurgar en el entendimiento buscando la razón de ser en la búsqueda de los arquetipos, pues un arquetipo de perfección en cualquiera de nosotros no puede ser realizado instantáneamente, sino que debemos proyectarnos en el tiempo, y que es en el tiempo y siguiendo estas leyes antes descritas, como podemos realizar estas sutilidad de conciencia en todos los cuerpos, desde el físico al más elevado, para poder reflejar la gloria de un arquetipo.

Por tanto, a la ley del karma se la denomina con justicia la ley de misericordia, tan diferente de aquella otra ley que da solamente un plazo en la vida del ser humano para realizar un arquetipo rígido, inconmovible, cuando la misericordia del ser que nos engendró de su propia conciencia nos da toda la eternidad.

Ahí se basa seguramente la ley del karma, la ley de causa y efecto, pues el karma, por su ley, es aquel aspecto de la conciencia que nos permite situarnos a caballo del tiempo y consumar en el tiempo toda expresión de vida, de conciencia de cualidades dentro de nosotros, buscando una culminación.

Esto es muy distinto de paralizarse en el tiempo, pues si bien la ley del karma nos da la posibilidad de realizar en un tiempo eterno las posibilidades de desenvolvimiento de nuestra conciencia, no es menos cierto que no podemos paralizarnos en el camino un sólo momento para no quedar rezagados, y para poder vivir libremente aquel arquetipo cuya misión es reflejar a través de nosotros la Gloria de Dios manifestado.

Y, naturalmente, hablando de esta parte de la moneda, o esta cara de la moneda de la evolución, que es la ley del karma, existe la gran ley de renacimiento, la reencarnación, que es la única ley que da un sentido a la vida del creyente, que no ofrece un tormento en el infierno ni un premio en el cielo, sino que te ofrece la eternidad del tiempo para que vayas desarrollando, día tras día, aquellas posibilidades latentes que deben convertirte en un Hijo de Dios.

Estas leyes son las verdaderas leyes de la existencia, es el único poder de la gracia, es aquel poder que renueva todas las cosas, es el agua de vida que tanto precisa el sediento peregrino envuelto en problemas y dificultades.

Por un lado tiene el deseo de llegar y por el otro encuentra las dificultades de sus vehículos, de sus moradas transitorias de carne, emoción y de entendimiento.

Existe un poder, este poder que hizo exclamar al Pablo de Tarso: “El Reino de Dios puede ser arrebatado por la violencia”, dándonos una idea de que el proceso de evolución del ser humano tras la búsqueda de su arquetipo, podría realizarse con un aceleramiento del proceso, y que solamente aquellos seres humanos que se esfuerzan son los que pueden realmente demostrar el arquetipo para el cual toda la raza humana ha sido programada, pues, todos estamos seguros de que existe esta fuerza en nosotros.

El proceso a seguir, este intento de revelar ese secreto de la vida latente en nuestro corazón, y del cual mana la vida, la conciencia y la integridad, es un proceso típicamente individual que nada, ni nadie, puede ayudarnos en la pesquisa interior, que somos nosotros los artífices de esta obra. Somos nosotros los elementos que movemos el karma, somos nosotros los que dictamos las leyes y los principios que nos atan progresivamente a las leyes de muerte y nacimiento.

Por tanto, sabiendo que la causa, la raíz del karma, que el proceso de la vida, y el movimiento de la rueda que da vida al proceso incesante de las vidas y las muertes, es lo que debemos tener en cuenta, porque hay una responsabilidad para el hombre que ha llegado a cierto punto de comprensión.

Este punto equis que cada cual debe determinar es el que te ilustra en el sentido del esfuerzo, en la búsqueda de las oportunidades, en el estudio de las leyes soberanas de la vida, en la unción por la Divinidad, y en el esfuerzo que tenemos que realizar para abarcar dentro del estrecho marco de la conciencia actual la posibilidad de una perspectiva absoluta.

Esto es a mi entender lo que debiera guiar nuestros pasos por la Tierra, y buscar incesantemente en el interior una respuesta a todas las interrogantes de nuestra vida, aquella punzante interrogante con tres amplias vertientes que son: “Quién soy, de dónde procedo y a dónde voy”. Tres preguntas que están en la raíz del karma de la humanidad, y que antes de ser realmente descubiertas y antes de que no puedan ser actualizadas, es el combustible que da vuelta incesante a esta vida cuya cara es el nacimiento y otra cara es la muerte.

Vean, por favor, la analogía.

La evolución como ley de vida es como una moneda, en una cara está la ley de karma y en la otra la ley de evolución

Si vamos siguiendo estas descripciones veremos que la vida, que no es una oposición contra la muerte, sino que es la vida en sí una moneda con dos caras. En una cara está el nacimiento y en la otra la muerte.

Unas monedas que van girando incesantemente en tanto el espíritu humano les marque con un incentivo de fuerza y vitalidad. Es así como vamos viviendo en el tiempo tratando de resolver la incógnita de nuestra vida. Es interesante, también, considerar la evolución con todo el proceso que entraña el vivir y el proceso de la existencia del nacer y del morir como aquel punto de equilibrio que estamos buscando incesantemente.

La mayoría de nosotros tenemos una mente muy limitada y no podemos comprender el alcance del porqué la Divinidad nos ha creado, sus motivos, y la amplitud de su entendimiento y de su conciencia dotándonos de vida, de poder y de resolución y lanzándonos a través del tiempo buscándole a Él nuevamente.

Pero, el tema no se refiere hoy a las causas místicas profundas del Creador con respecto a su obra, sino que estamos analizando la obra del Creador, cual es la ley de la evolución, diciendo que sale una línea de la Divinidad, se hunde en el tiempo y toma derivaciones. Derivaciones que pueden ser medidas en términos positivos o negativos, en términos de luz o de sombra, y todo este proceso debe llevar a un equilibrio para poder reflejar la humanidad perfecta que es la Divinidad en funciones, porque se busca el Reino de Dios, pero hemos lanzado el Reino de Dios a tal exagerada distancia de nuestras posibilidades actuales que prácticamente el cielo aparece como de bronce y existe la callada como respuesta a nuestras interrogantes.

Pero, si empezamos con el convencimiento de que el Reino de Dios está en nuestro corazón y que estamos enlazados con la Divinidad a través del corazón, el asunto cambia radicalmente de aspecto, nos damos cuenta de que realmente podemos realizar el arquetipo, primero en nosotros, después compartiéndolo con los demás, porque tal es la función del ser humano, buscar el Reino de Dios y revelarlo, o buscar la paz y expandirla.

Porque el proceso del ser humano tocado por la gracia, y la gracia siempre es el arquetipo que se revela, no es sino una demostración de que todo ser humano puede realizar ese arquetipo aquí y ahora, si realiza el esfuerzo y no se siente acobardado por la fuerza de las circunstancias. Este es el proceso vital, y este es el esfuerzo que reclama el entendimiento superior.

Esta potencia subjetiva eterna que trata de revelarse a través de cauces concretos, a través de líneas decididas, no buscando la soledad del claustro del monasterio, ni una gruta en las montañas, sino compartiendo esta soledad adquirida por el esfuerzo de la búsqueda, cual es la revelación del arquetipo, y compartiéndolo dentro de un ambiente familiar y social.

Antes creíamos, siguiendo la ruta de la evolución y de esas grandes leyes que la rigen, que la soledad, la potencia de la soledad, era el premio de la búsqueda, y que desde entonces la persona podía vivir en el éxtasis buscando a Dios, conversando con Dios, y estando constantemente en esta íntima y mística comunión, olvidándose que la vida de Dios es participación, y que la única manera de quebrantar las leyes que obligan al ser humano a nacer y a morir, y estar pendiente de la Rueda de Samsâra, esta rueda de muerte y nacimiento, de karma incesante, de acumulación de premios y castigos a través de las edades, solamente podrá ser detenida cuando el hombre sea capaz de compartir con los demás aquel diseño.

Aquel arquetipo, aquel fuego, aquella fuerza que ha adquirido en la lucha por la revelación de él mismo. Estamos hablando, si ustedes se dan cuenta, en términos sociales. Antes creíamos que el hombre espiritual era el hombre religioso, el hombre que seguía determinado tipo de religión, o que era místico, pero es que los caminos que van al Señor son incontables y son infinitos, porque cada persona tiene un tipo definido de camino que lo lleva a Él.

Esto debe ser recordado porque en el fondo de cada uno siempre existe el deseo de atraer y de convencer a los demás, y no nos damos cuenta al hablar de karma que uno de los karmas más poderosos en bien o en mal, porque existe el karma bueno y el karma malo, es el hablar en sentido de atraer, de convencer.

Es una forma de retorcer conciencias y pervertir voluntades, y el karma es la ley de misericordia, (porque) cada cual despertará a su momento justo, de la misma manera que siguiendo leyes objetivas nadie muere ni cinco segundos antes ni cinco segundos después de lo que ha marcado la Rueda de Samsâra.

Esta rueda que al llegar a cierto punto deja a la persona libre de su cuerpo, simplemente esto: libre de su cuerpo para continuar la evolución en otros estados progresivos de conciencia.

Lo interesante, más que todo, es darnos cuenta de cómo estamos todos unidos y programados por el mismo artífice, por el mismo arquitecto, y que no existen diferencias de origen, ni existen castas, ni existen diferenciaciones. Existe un proceso único que arranca del propósito de vivir y llega a su más alto cumplimiento en las esferas de exaltación y de belleza del más elevado cumplimiento.

Por tanto, la única manera de romper el círculo vicioso del karma, la única manera de gobernar nuestro destino, la única forma de poder sustraernos a esta ley que nos obliga a nacer y a morir en el tiempo, es, precisamente, dejar de apegarnos a nada, empezando por el apego a la propia vida, al apego a la familia, al apego a las amistades, ya que todos somos iguales.

Todos tenemos el mismo propósito de vivir y de realizar, difieren los motivos, las cualidades, el género de entendimiento, las castas sociales, tan en boga hoy en día, las cuentas en el banco, que diferencia a un ser de otro. El estado social de la humanidad hoy día, igual que hace mil siglos -si me permiten esa expresión- es el mismo: la diferenciación del hombre en castas sociales. Esta es la rueda del karma más potente en el mundo y que más daño ha hecho a la humanidad a través de los siglos.

El karma es un espíritu de misericordia, pero no puede parar si no paramos nosotros. La ley es la ley, nosotros estamos sujetos a la ley, pero sabemos que esta ley puede ser gobernada e incluso alterada en sus ciclos cuando nos hemos situado en un estado de desapego o desapasionamiento dentro del cual somos realmente libres y podemos libremente ejercer nuestro derecho como Hijos de Dios. Este es el proceso interesante a más no poder, y que nos capacita para comprender la vida en términos de realización.

Con respecto a las leyes de evolución, voy a exponer una idea que para mí puede ser una idea experimentada, y hasta cierto punto vivida, pero que presento a ustedes sólo como una hipótesis mental de trabajo, y es que consustancialmente con el proceso de evolución en el tiempo, desde el momento mismo en que el hombre adquirió la conciencia, se nos dice que esto ocurrió hace unos dieciocho millones de años, nadie puede probar esto, pero podemos afirmar el proceso de que un día el hombre adquirió por ciertas razones de origen cósmico, el poder de discernir, el poder de la autoconciencia, el poder de recordar, el poder de vivir libremente una vida humana en oposición, o separado del reino animal, del cual procedía por ley de evolución hereditaria.

Desde el momento mismo en que surge el ser humano que viene al final del proceso de la vida animal y que, por lo tanto, el proceso es de individualización, empieza a regir ya en aquel momento la ley de karma. Desde entonces cada uno de nuestros pensamientos y actos están regidos por la ley, y empezamos a crear dentro del telamen del tiempo la trama de otro estado, de otra vida, de otro poder.

Empieza a rodar la Rueda de Samsâra, y empieza para el hombre el código de la ley y, entonces, automáticamente, empiezan a crearse vida tras vida unas vertientes. Unas vertientes tienden al lado sombrío, al lado oscuro, al lado negativo, otras conducen, por el contrario, a la luz, al entendimiento, a la superación, a la bondad, a la belleza.

Hemos creado a nuestro alrededor, con el recuerdo incesante que da el descubrimiento de los hechos, dos grandes entidades en nosotros. Ahora está de moda el demonio, se habla de exorcistas, se habla de un poder contra el cual aparentemente el hombre no puede luchar y que viene… (Corte de sonido)… la falta de caridad en el corazón, la falta de conciencia ha creado un elemento, una forma en el éter que nos persigue constantemente.

También ha creado por otro lado a través de la belleza de las actitudes, a través de las cualidades de vida, a través de las místicas resoluciones, a través del poder de la gracia, otra entidad. Una entidad crece alimentándose de la substancia de las sombras, es el karma malo de la humanidad; la otra entidad se alimenta de las virtudes y de los acontecimientos bellos de toda vida humana.

Se dice, esotéricamente, que el hombre antes de realizar el arquetipo, del cual hemos hablado, debe equilibrar las funciones de estas dos entidades. La una es el demonio, y en términos esotéricos es el Guardián del Umbral, que cuando vas a atravesar la puerta de los misterios para encontrarte frente a frente con la Divinidad, reflejada en el arquetipo, se pone delante y te dice “no puedes pasar hasta que no me hayas vencido”, y esto es un hecho objetivo.

Es una experiencia de todos los místicos, y de todos los iniciados a través del tiempo, no es una razón casual, tampoco es una hipótesis más o menos dulce con la cual embellecer un estado de conciencia. Es una realidad aquí y ahora, porque todos –de lo cual todos somos conscientes- pensamos a veces en forma incorrecta, hablamos en forma incorrecta, a través de la murmuración, de la crítica, o de la maledicencia.

Cada vez que nuestro pensamiento es movido por esta fuerza estamos robusteciendo esta entidad, este demonio tentador que no es externo a nosotros, es substancia de la propia vida y de la propia conciencia. Pero, tengamos esperanza, porque por el otro lado se está creando la imagen bellísima, pura y blanca del Ángel de la Presencia, del Alma humana, del Arquetipo en funciones, que está luchando constantemente contra las sombras por el imperio de una razón justa.

Llega el momento en la vida del hombre que tiene que atravesar el dintel que conduce a la eternidad, Entonces, por un lado encuentra el Guardián del Umbral y, por el otro, el Ángel de la Presencia, es entonces cuando debe realmente decidir en conciencia qué es lo que debe hacer, si va a decidirse por el ángel negro o por el ángel blanco.

Cuando hablamos nosotros en conversaciones -no técnicas, místicas- de magia negra, asignándole un factor externo siempre a nosotros, porque siempre nos consideramos víctimas de la magia negra, “porque piensan mal de mí, me encuentro mal por esto”, ¿por qué no pensamos la manera de cómo estamos creando esta fuerza negativa del ángel negro o del Guardián del Umbral, y en vez de practicar la magia negra como respuesta, por qué no vivimos según las leyes típicas de la magia blanca por la conducta, por el pensamiento, por la razón superior?

Dándonos cuenta que a medida que vamos robusteciendo el Ángel Solar, el arquetipo en funciones, esta fuerza superior que nos gobierna, y que en el fondo del corazón nos da la idea de lo eterno en vez de estar constantemente prodigando las atenciones o cuidados de la personalidad, esta personalidad que tiene que desaparecer, que no se puede llevar ninguna de sus conquistas en el tiempo.

Queremos entrar en el Reino de los Cielos con el saco lleno de deseos, con la mente llena de pensamientos, y con una conducta llena de imprecisiones. Les ruego que mediten, cuando hablamos de karma, que no crean que el karma es un castigo, o el hecho de nacer o de morir otro castigo, sino que es el justo dictado de la ley que nosotros hemos puesto en movimiento y que tiene que resolverse finalmente en un estado de equilibrio.

El equilibrio del bien y el mal, de la luz y de las sombras, y que algo en nosotros se libera y vuelve a su patria celestial con toda la conciencia de lo que ha aprendido en el tiempo, con todas las buenas cualidades, para entrar en un cielo que nos ha sido prometido en otra vida pero que está en el fondo del corazón.

Existe ciertamente una lucha tremenda, la estamos viendo por doquier, y si analizamos el mundo en el momento actual, después de tantas guerras, guerras que todavía están en potencia, y pensamos en cómo nosotros actuamos, tendremos quizás la respuesta de cómo podría ser aminorado el mal del mundo si nosotros diéramos una preferencia exclusiva al Ángel de la Presencia, al ángel de la Luz, a ese testigo del bien supremo.

Entonces, quizá, seríamos conscientes de que el mundo no puede cambiar si no cambiamos nosotros, ahí está el karma. Y que el mundo no se convertirá nunca en un planeta sagrado y luminoso en tanto la humanidad esté debatiéndose en la lucha de las sombras, en esta danza, en esta vorágine en donde existe solamente confusión, crisis y dificultades.

Me pregunto si he llegado a descubrir algo que sabemos todos, pero que he explicado con toda honradez y sinceridad, porque desde el momento en que he visto que el mundo se transforma cuando yo me transformo, que el mundo está en paz cuando yo paso por el mundo, cuando siento paz en mi interior y que, por lo tanto, puedo prodigar paz, amor y suficiencia sin pretenderlo, o porque yo lo estoy viviendo, y que como flor puedo prodigar este perfume a la humanidad, en vez de transgredir leyes, y perdiendo de vista los principios eternos estamos debatiéndonos en el conflicto del tiempo.

Creo que la idea está más o menos apuntada para el coloquio, lo principal no es hablar mucho sino el coloquio, el contacto de corazón a corazón, porque es cuando existe la posibilidad de que el arquetipo pueda manifestarse, porque el arquetipo que está en la línea o en la meta de toda posible evolución, no es ni más ni menos que el afecto fraternal que nos podamos sentir los unos a los otros.

 

Interlocutor. — En días pasados estamos hablando en una reunión de amigos también interesados en esto, en estas cosas transcendentales, y se nos decía que el mal, la gente que hace el mal, que es necesario para llegar al bien. Se hablaba de una posible fraternidad universal, y entonces se quedó en el aire la posibilidad de establecer una fraternidad universal en la Tierra, porque si el mal es necesario para llegar al bien, entonces, ¿cómo se puede establecer esa fraternidad universal en un futuro posible?

Vicente. — La idea es muy justa y apropiada, y creo que necesariamente en ciertos estados de la humanidad, incluido el presente que estamos viviendo, un punto dentro del cual, o un centro de conciencia, dentro del cual para poder comprender el bien tenemos que ponernos en contacto con el mal, o para comprender la luz tenemos que estar en contacto con las sombras para hacer la diferenciación. Yo no sé si esto será así o no será así, pero existe una ley, que es la ley que rige el corazón del hombre y que lo está conduciendo inexorablemente hacia un punto omega, o un centro omega, que parece ser que es la meta de la evolución, de la misma manera que cuando existe luz, realmente luz, es porque ha existido un equilibrio entre los polos positivo y negativo. En tanto estemos trabajando en un polo y alterando el equilibrio, quizá no tendríamos luz, pero si el Ángel de la Presencia y el Guardián del Umbral se reconcilian dentro del corazón, es que realmente hemos creado un arquetipo, porque el arquetipo es realmente un equilibrio de funciones. Es una realidad que transciende los hechos conocidos, es como el caso del andrógino, por ejemplo, aplicado a las leyes de muerte y nacimiento. Se han preguntado ustedes alguna vez por qué durante vidas somos mujeres, del sexo femenino, y otras épocas están marcadas por el aspecto masculino, porque la naturaleza está buscando incesantemente a través de todos los seres y de todas las cosas un equilibrio de funciones, cuando se ha realizado el arquetipo humano se llega al andrógino, un ser que no tiene que luchar contra el sexo como ocurre actualmente. Un ser que no tiene que luchar contra la razón ni contra el sentimiento porque razón y sentimiento se han fundido en una sola pieza de substancia universal. ¿Comprenden la idea de la evolución como un equilibrio de funciones de la personalidad? De una función o equilibrio de las potencias del Alma, y, finalmente, como el equilibrio superior del espíritu, y que la vida arranca de allí pura y que debe volver pura a sus orígenes, y que todo el proceso del tiempo, la experiencia acumulada de todos los seres, de todas las cosas, y del conjunto planetario, no es sino la unión mística de la Divinidad con otras entidades superiores a la propia humanidad terrestre y a la propia fuerza expansiva de este Señor que gobierna nuestro mundo. Es un equilibrio en funciones constantemente. La luz y las sombras cuando están en equilibrio no son ni luz ni sombras, es el espíritu de Dios. Es el arquetipo del cual estamos hablando desde el principio.

Interlocutor. — A lo mejor es una forma de ver menos equivocadamente si los aspectos del bien y del mal, porque quizás los analizamos desde las diferentes leyes de moralidad que nos han dado los hombres, entonces resulta que hay un mal que puede ser mal para unos y no puede ser mal para otros. En fin, para eso deberá desnudarse quizá la persona de todas las leyes conocidas, para poder conocer la que está por encima de las leyes conocidas, porque sabemos que en algunas naciones o razas se considera moralidad en unas y en las otras no, y finalmente entonces cómo entender el bien por el mal trasladándose en un helicóptero o en un avión rápido desde un lugar a otro. Quizá yo pienso que estas personas que para conocer el bien han de estar en contacto con el mal es que deben hablar de este bien y mal que nos han enseñado las enseñanzas humanas. Esto quería decir y si se puede puntualizar un poco más en aquello de saber amar sin apegarse, porque en esto hay dos expresiones que parecen distintas, hemos de vivir para la fraternidad universal, o sea, amar a los demás, y por otro lado hemos dicho que no hay que apegarse, entonces, ¿podrías aclarar esto un poco más?

Vicente. — Sí, naturalmente, el bien y el mal son relativos según la apreciación mental de la persona que está considerando el bien y el mal, por tanto, yo lo considero que el bien y el mal deben reconciliarse creando un equilibrio. Y, en cuanto a las razones aducidas, por ejemplo, por la señora, yo creo que es muy interesante también de que nos demos cuenta de que realmente existe en nosotros una tendencia a apegarnos a todo cuanto nos rodea, nos apegamos a un vestido porque nos gusta más y porque nos favorece. Nos apegamos a la familia, los hijos nuestros son más queridos que los hijos de los demás. Siempre tenemos un punto de escape para quedar apegados a algo olvidando sin duda lo que hemos dicho antes, que solamente existe un propósito y una meta para los seres humanos aunque varíen las circunstancias de su vida, y que la única manera de parar la rueda de muertes y nacimientos dando fin a la vida de este karma planetario es dejar de dar impulso a la rueda siendo fraternal para con todos. No podemos evitar de tener preferencias en un mundo sujeto a la relatividad, pero es que el apego, la pasión por algo impide el razonamiento superior. Impide la evolución del sentimiento de integridad y de belleza. Impide la percepción del objetivo inmediato, porque damos a lo inmediato una atención fundamental, y queremos a ciertas personas y a las demás las consideramos solamente o las soportamos, pero no las queremos. No podemos evitar en nuestro presente estado de evolución de apegarnos a las cosas, pero podremos realizar el esfuerzo de dejar de apegarnos en la medida de las fuerzas que nos vaya suministrando la razón superior y el entendimiento superior. El karma de familia arranca en las raíces universales del tiempo, hay seres que vienen enlazados a través de las edades, pero, cuando se da un caso de que a través de las edades venimos enlazados con un ser humano, estos vínculos no son de apego sino de amor, porque el amor transciende el apego. Yo puedo amar mucho a un amigo y al propio tiempo amar a la esposa, el amor es el mismo, difiere solamente el contenido, el colorido emocional que damos a las cosas, y cuando el colorido es muy fuerte es cuando existe el apego. El programa de la humanidad es desapegarse. Es lo que decía Buda, “en tanto la humanidad se apegue la rueda girará”. Solamente cuando la humanidad deje de apegarse, a lo que sea, la rueda continuará funcionando, segregando materia de fuerza incombustible que va a corroer el corazón humano y le va a impedir conocer la realidad. Y todos sabemos esto, como sabemos que las palabras pueden ofender y no obstante las pronunciamos. Sabemos que el pensamiento tiene niveles expresivos que son realmente corrosivos y, no obstante, continuamos aplicándolos. Sabemos que hay pasiones que nos corroen íntegramente el ser y las soportamos, sabiendo esto, sabemos también de la responsabilidad, sabemos también del precio que hay que pagar, sabemos también que la rueda continúa girando. Yo escucho a veces con mucha simpatía, pero, dentro del corazón con algo de angustia, a la persona que dice, “la próxima vez no quiero volver a la Tierra, me quiero librar ya definitivamente”, y aparentemente lo dicen con buen sentido, pero realmente este sentido no existe, porque ves a aquella persona apegada a pequeñas cosas. El apego, ya puede ser el apego a un perrito lanero, de esos que llevan por la calle las señoritas, como al propio Dios, el apego es el mismo, y el que se apega a Dios, a la idea de Dios, tampoco llegará a Dios, porque el deseo en sí es lo que vale. Es este deseo que se apega a las cosas el que debe ser eliminado o cuando menos purificado. Es una energía, una fuerza que tenemos que liberar de la misma manera que pudo liberarse en su día la energía contenida en el átomo. La energía contenida en el átomo ha sido la demostración de un desapego absoluto de los átomos que constituyen un cuerpo de materia, pues de la misma manera que por un proceso de aceleración del proceso de liberación de los elementos pudo ser encendida la bomba atómica, asimismo nosotros dentro del corazón podremos realizar también una liberación similar, dejando definitivamente de apegarnos a las cosas sobre las cuales podemos tener todavía algún dominio. Progresivamente el esfuerzo, como será una pequeña piedrecita en la construcción del Ángel de la Presencia, y una piedrecita menos al Guardián del Umbral, podremos llegar a vitalizar un cuerpo emocional sin deseos, y entonces conoceremos regiones de sentimiento y ciertos estados de conciencia que son superiores a todos los apegos conocidos de la vida y, entonces, seremos conscientes también de que en esta integridad y en esta belleza existe la paz, el descanso, la demostración de la gran misericordia de Dios.

Interlocutor. — Sr. Beltrán, yo siento una necesidad para mí, y creo que todos mantendrán que va para todos, esas dos imágenes, esas dos criaturas de que nos habló, el Guardián del Umbral y el Ángel de la Presencia, si para cada ser humano hay uno creado por él para él mismo, y es su propio demonio al que debe dominar, o existe uno sólo general que a veces nos creemos que creado por el otro nos va a tentar. Si usted me pudiera aclarar si hay uno para cada uno, pues esto es muy importante, que cuando nos sentimos tentados, saber que no es tentador de nadie, si acaso es para uno sólo.

Vicente. — Sí, naturalmente, es una pregunta muy inteligente y trataré de responderle con toda la atención. Para mí será muy importante la respuesta. Fíjense bien, cada persona, tal como hemos ido desarrollando el tema, tiene la capacidad de crear en dos vertientes muy amplias, la vertiente que conduce al mal, digámoslo así hablando en un término genérico, queda condensada en un núcleo de conciencia que para muchos clarividentes es visible, sobre todo cuando el clarividente está observando su propia aura, y es una figura terrorífica que está formada por el residuo kármico de todas las vidas, de todo aquello que hicimos mal, o que pudiéndolo hacer bien lo hicimos incorrectamente, de todos los deseos que no pudieron ser consumados y que están latiendo en aquella fuerza, de todas las palabras mal pronunciadas contra los demás, porque existen unas palabras de Cristo que dicen: “En el día del Juicio os serán tenidas en cuenta no sólo las malas palabras de murmuración, de crítica o de maledicencia, sino también las palabras inútiles”, pronunciadas sin motivo, y conste que todos amamos la conversación. Por otro lado, tenemos la fuerza, ya lo sabemos, que ahora vamos a dejar por un lado, para examinar la fuerza del Guardián del Umbral, que es, técnicamente, el demonio tentador de cada persona, creemos nosotros que viene el mal del exterior, si existe un mal exterior tal como decía el amigo, porque como nosotros somos solidarios en el bien y en el mal, y todos contribuimos al buen karma o al mal karma de la humanidad, es lógico suponer por analogía hermética que el Guardián del Umbral mío, y el de todos ustedes, está condensado también en una gran entidad planetaria. Un lado sombrío dentro del planeta que está constantemente irradiando el mal, de la misma manera que existe otra entidad constituida por el alma pura de todos los hombres y mujeres de buena voluntad que están creando una fuerza liberadora constante. El caso del demonio tentador, ahora está de moda el demonio, hasta se da por la televisión, ustedes lo saben, existen los exorcistas que están tratando de destruir el demonio, pues bien, cuando el mal de la humanidad es tan grande y el pequeño ser humano, que somos nosotros, es incapaz de resistirlo, lógicamente existe el caso de posesión, posesión del demonio que hemos creado entre todos, que no es una entidad fuera del planeta que viene aquí porque sí o porque Dios lo desterró a un lado sombrío de la vida, sino porque todos hemos transgredido leyes. No hemos percibido los principios superiores y estamos continuando actualmente actuando a favor de esta fuerza negativa. Cuando en un punto crítico del ser humano existe un momento de debilidad y aprovechando ciertas circunstancias astrológicas planetarias existe la posibilidad de que parte del mal del mundo pueda introducirse dentro de esta parte negativa dentro del hombre. Se produce entonces una obsesión, decimos “el demonio se ha apoderado de un ser”, y entonces corremos todos al sacerdote para que quite el demonio o los medios para que nos quiten el demonio, o aquel ser perturbador. Y me pregunto yo si comprenden claramente la idea de que el demonio es la creación de la humanidad, que no es una entidad extraña a nosotros, de la misma manera que el Ángel de la Presencia, que el Alma pura que todos tenemos en el corazón, es también una creación nuestra y que, por lo tanto, estamos siempre en equilibrio o tratando de restablecer un equilibrio entre el bien y el mal, entre el demonio y el ángel. Nosotros estamos solamente observando el proceso, porque una vez hayamos creado algo fuera de nosotros, lo podemos observar, podemos observar así al llegar a la cúspide de cierto estado meditativo cómo actúa el Ángel de la Presencia y cómo actúa el Guardián del Umbral, o el demonio tentador y, en esta observación serena y desapasionada existe una desintegración de los andamiajes donde se asienta el mal planetario, y esta persona está libre porque observa desapasionadamente y sin apego, fíjense bien, al Guardián, a su propio demonio, porque, tal como decía Santa Teresa, si al demonio lo observas tiende a desaparecer, porque cuando observamos nuestro demonio estamos alejados del demonio. Solamente cuando no podemos observarlo es cuando él actúa, de ahí que existe un proceso de atención psicológica contra todos y cada uno de nuestros actos, porque en el fondo y en los repliegues de cada uno de nuestros actos, sentimientos y pensamientos está envuelto siempre el Guardián del Umbral, o este demonio tentador. De ahí que es verdad que el mal del mundo, aprovechando ciertas condiciones cíclicas, puede apoderarse de un ser humano, pero también existen circunstancias favorables mediante las cuales un ser llamado endemoniado puede ser curado y alejado el demonio, que no es otra cosa que desplazar el centro de conciencia que pertenece al mundo del individuo. El individuo no-queda libre de su demonio tentador, pero sí queda libre del demonio tentador del mundo. ¿Se dan cuenta?, y que todo cuanto ahora está preocupando…

 

Barcelona, 1 de agosto de 1974.

Vicente Beltrán Anglada

 


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