«Deja brillar tu luz»
«A su debido tiempo la Nueva Vida, siempre acaba venciendo»
El Maestro Tibetano, nos explica que la influencia de esta energía es omnipenetrante e interpenetrante, por lo tanto su alcance es amplio y universal, afectando positivamente a toda la vida planetaria y a todos los reinos de la naturaleza.
Si observamos, estas características que hemos descrito se corresponden totalmente con el significado de la red etérica que sostiene, permite, vincula y da coherencia a la afluencia de la energía de la Vida que a su vez nos aclara nuestra responsabilidad grupal y nos revela hasta qué punto todo está vinculado y que no existe nada en los universos, fuera de ese Vínculo, de esa interrelación.
De ello deviene la actual conciencia ecológica que hemos de aplicar a todas las dimensiones de expresión del Ser, y no sólo a su aspecto físico denso. Podría decirse que necesitamos una ecología de las emociones y de la mente, que no es otra cosa sino la comprensión de que el Todo se refleja en todo.
Es evidente que el reconocimiento de ese Vínculo es uno de los rasgos más significativos de la influencia de esta nueva energía acuariana, la cual nos ayudará a comprender y manifestar el verdadero significado de la Hermandad.
Estamos hablando del reconocimiento interno, profundo, de la Síntesis subjetiva que está en camino de manifestarse.
Toda la reflexión sobre la captación de la energía de acuario nos conduce hacia la comprensión de los conceptos de servicio y conciencia grupal, ya que ambos están intrínsecamente vinculados.
El proceso consiste en pasar desde la utilización egoísta de las energías disponibles a su utilización altruista: «la vida autoconsciente ha de transformarse en percepción humanitaria o percepción grupal» de servirse a sí mismo pasa a servir al mundo.
Todo ello lo haremos a través del Corazón, Júpiter -2º rayo- regente esotérico de Acuario, el cual nos pone en contacto directo y nos proporciona las claves del significado subjetivo y objetivo de la energía de Amor-Sabiduría, como reconocimiento interno de esa Síntesis y como herramienta para la manifestación de la unidad subyacente a través de la energía del Señor de Urano, que como sabemos, es el regente exotérico y jerárquico del signo.
Sólo desde el Amor podremos hacer un uso correcto de las potentes energías de 7º rayo, manifestadas a través de este planeta, que es el rayo de la Magia, el Orden y el ceremonial.
Es evidente que la revelación y el uso de esta energía sólo será constructiva si pasa a través del filtro de la conciencia del Alma, cuya naturaleza es amor y servicio.
Desde el punto de vista de la rueda revertida, el servidor ha agotado el karma individual o de la personalidad ya que ha superado las pruebas de la 3ª iniciación en Capricornio y ya no existe la «carga del yo». Ahora asume libremente parte del karma grupal y planetario sin los condicionamientos del yo personal (ego). La personalidad es sólo un instrumento para la libre expresión de la vida del Alma, se puede confiar en él.
También nos explica el Maestro que Urano nos otorga el poder de -por un acto de la Voluntad como vehículo para la expresión de la energía de 1º rayo- traer a la manifestación objetiva el fuego del espíritu y por tanto, unir el espíritu y la materia en un todo coherente, facilitando a su vez la «transferencia del conocimiento intelectual en conocimiento intuitivo».
Esto lo realizamos vía antakarana, individual y grupal, atrayendo la energía de los planos superiores, para manifestar en los planos de la forma, el poder y las cualidades de la vida del Alma.
El alineamiento del que hablamos implica a todos los centros planetarios Shamballa, la Jerarquía, el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo y la Humanidad en un esfuerzo consciente para su realización.
Esta energía de Acuario nos proporciona la profunda comprensión de la ley de los ciclos y del poder invocador y evocador del que disponemos como grupos espirituales.
Todo el ritmo de expresión del Nuevo grupo de Servidores del Mundo se basa en la comprensión de éstas leyes y en el sacrificio del yo personal en aras del Bien grupal o colectivo.
El mito de Hércules en este signo nos revela que el trabajo a realizar no consiste en un arduo esfuerzo de la personalidad sino en el hecho de posibilitar, a través del alineamiento, que la energía de la Vida misma -el agua de vida- limpie los egregores del mundo de pensamientos y emociones separativos, que la humanidad en su ceguera e ignorancia sigue nutriendo.
La astrología esotérica nos indica que los discípulos entran en el signo de Acuario vía Venus -regente jerárquico de capricornio- la energía del 5º rayo, y que el conjunto de la humanidad lo hace a través de la energía de Saturno.
Para la parte de la humanidad que ya está despierta, el sufrimiento se transciende a través de la comprensión que otorga la Luz de la conciencia, libre de los condicionamientos del ego, como señalamos previamente.
Para los que aún están atrapados en los velos de la ignorancia, la entrada se produce a través de las pruebas de Saturno, señor del karma, que nos enseña a asumir nuestra responsabilidad. Lo hace normalmente a través del dolor que provoca nuestra resistencia a abandonar aquello que no se corresponde con los valores superiores que el Alma está queriendo manifestar.
La aparente sencillez del trabajo de Hércules en Acuario nos insta a colaborar, sin reservas, en la armoniosa manifestación de estas energías pero sin caer en el espejismo del exceso de superficialidad, que muchas veces acompaña la expresión de este signo.
Sabemos que el uso del 7º rayo con todas sus implicaciones pone a prueba toda la claridad y fortaleza espiritual de la que podamos disponer y encierra los peligros inherentes a un uso inadecuado, como ya ha ocurrido en otros momentos de la historia humana. Ello explica el delicado equilibrio que requiere la utilización consciente de esta energía.
El espíritu de colaboración y la comprensión profunda de estos conceptos que nos son tan familiares, como la igualdad, la libertad y la fraternidad, sólo podrán ser adecuadamente expresados a través de la energía de Compasión y Sabiduría sostenida por el Cristo y el conjunto de discípulos que le acompañan en Su trabajo, cada uno en la medida de su capacidad.
Intentemos ser «Agua de Vida vertida para los hombres sedientos«.
Mª Carmen Díaz Fernández